Si nos detenemos a analizar a los que naufragaron en la fe, veremos esta característica en todos:
El corazón deseó algo, o muchas cosas, y fue atendido.
Así, ese corazón se llenó de voluntades, despreciando la Voluntad de Dios.
Con eso vino el enfriamiento y el distanciamiento de Dios y, en consecuencia, la caída.
Observen que quien cayó y salió, siempre afirma haber sufrido muchas injusticias.
¿De dónde viene este pensamiento, sino del corazón corrupto que no acepta sufrir ningún daño?
Al observar esto, es posible comprender la condición espiritual de quienes salieron de nuestro medio. Siempre llenos de sí mismos y llenos de razón.
¿No sería eso un fuerte indicio del corazón que dejó de ser puro y sumiso a Dios?
Este Ayuno tiene una propuesta muy fuerte e inédita, pues nos está enseñando a enfocarnos en el tratamiento del corazón, para que estemos listos para someternos a la Mente de Cristo.
El Ayuno de Daniel es una oportunidad para analizar nuestra conducta, nuestro corazón, si estamos atendiendo a sus deseos, o sometiéndolo a la pureza y obediencia a Dios.