Roxana y Ricardo tenían grandes planes para sus vidas. Hasta que comenzaron a vivir juntos y a partir de allí, sus expectativas se vinieron abajo: “Veníamos de malas experiencias en nuestras casas y cuando comenzamos a vivir juntos, teníamos la intención de tener una vida diferente, pero no fue así.
Pasó un año y todo se convirtió en un tormento, tuve ganas de matarlo. Pensaba que el problema era él, porque era adicto al alcohol y era agresivo.
Hasta que un día, recibí la invitación para venir a la Universal, entendí que Dios podía darme una respuesta. Él podía transformar mi vida y mi matrimonio. Por eso, luché para alcanzar la familia que Dios prometió que iba a tener.
Gracias a Dios estamos unidos, Él nos dio paz, tranquilidad y todo aquello que una vez soñamos antes de casarnos”, finaliza Roxana.
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