Vamos a leer un consejo de Dios para que empecemos el año. No hay nada mejor para nuestra vida que la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios no vuelve vacía, ella tiene poder. Cuando uno escucha, entiende y pone en práctica la Palabra de Dios lleva mucho fruto.
Pero hay muchos que no quieren obedecerla. Si nosotros ponemos en práctica la Palabra de Dios es imposible que no tengamos desarrollo espiritual. Dios creó el mundo con la Palabra y en ella está todo lo que necesitamos.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley del Señor está su delicia, y en Su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. Salmos 1:1-3
Vamos a meditar en esto:
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos…”
Feliz, dichoso es aquel que no escucha el consejo de los impíos. Muchas personas dejan de escuchar la Palabra de Dios para escuchar a los malos que no tiene nada para darles. Muchos estuvieron predicando un día la Palabra de Dios y cayeron en la fe y hoy van por las redes sociales hablando, ¿con qué moral? Algunos abandonaron la fe y empiezan a dar consejos y muchos se ponen a escucharlos.
El mejor consejo que usted puede escuchar es el consejo de la Palabra de Dios, el de la Biblia. Cuando usted empieza a escuchar el consejo de los malos, que a veces están incluso dentro de la iglesia, que tienen malicia, que se quejan por todo, que no están en la fe, su fe se perjudica.
La persona que no está en la fe se queja por todo, en cambio, de quien está en la fe usted solo escuchará palabras de ánimo, consejos de fuerza, de esperanza, de lo bueno que va a suceder.
No siga consejos de malos, solo siga los de la Biblia que entran y transforman su vida.
“… ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado…”
No es que usted no pueda saludar a esas personas, pero otra cosa es que se mezcle con ellas. Si usted se sienta en la silla de personas maliciosas, que viven criticando, se contamina con eso. Quizás usted diga: “Pero yo voy a ganarlos”, es más fácil que ellos logren que pierda la fe. “Una manzana podrida pudre a las demás”.
No escuche el consejo de los malos porque usted se volverá como ellos. Aléjese. El virus de la maldad contagia.
“… sino que en la ley del Señor está su delicia, y en Su ley medita de día y de noche…”
Cuando usted lee la Biblia escucha la voz de Dios. No es que deba estar todo el día leyendo, es leer algo y meditar en ello mientras maneja, mientras trabaja. Cuando la Biblia dice meditar significa pensar en las cosas de Dios, no es estar todo el día de rodillas, es pensar: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, EN ESTO PENSAD” (Filipenses 4:8).
¿Y qué pasa con la persona que se pone a meditar en la ley de Dios día y noche?
“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.
Los frutos tienen su tiempo, usted va a meditar buscando a Dios y no necesitará que nadie lo riegue, porque dará frutos en la hora adecuada.
No se acerque ni se mezcle con los malos, la mejor manera de proteger su fe es la Palabra de Dios.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”, o, bíblicamente: “Quien se junta con sabios, sabio se vuelve; quien se junta con necios, acaba mal” (Proverbios 13:20).
Proteja su fe, no ande con escarnecedores ni con malos. Este consejo sirve para todos, porque a veces se pierde tiempo en las redes sociales y se pierde fuerza, pero cuando uno escucha la Palabra de Dios se fortalece.
Piense, proteja su fe, no se mezcle con quien no tiene nada de Dios para darle.
Piense en eso.
Dios le bendiga.