Cuando las personas deciden cambiar de vida y aceptar al Señor Jesús como su Salvador, se convierten en nuevas criaturas. En otras palabras, sus pensamientos cambian y también su proceder. Sin embargo, un simple y pequeño descuido puede hacer que pierdan lo que con tanto esfuerzo conquistaron: la Salvación de su alma.
Ser cristiano no significa que estará inmune a los ataques del diablo. Al contrario, el propósito del mal es arrebatar la conquista de la Salvación. Por eso, él implementa diferentes estrategias para que la persona caiga en su trampa, por ejemplo, crea situaciones para que hable mal de alguien, guarde resentimiento contra los que la lastimaron, diga mentiras, entre otras actitudes.
¿Cómo conservar la Salvación ante tantas embestidas? La respuesta a esta pregunta está en las palabras que el Señor Jesús dijo a Sus discípulos:
“Velad y orad para que no entréis en tentación…” Mateo 26:41
Para que la persona no se contamine con la maldad, deberá filtrar lo que escucha y lo que ve, además, tendrá que mantenerse en estado de alerta y cuidar sus pasos, de lo contrario, por más que ore, será una presa fácil para el diablo. ¡Este es un secreto para guardar la Salvación!
Examínese así mismo
Evalúe si su proceder y comportamiento han sido favorables para su edificación espiritual. Tenga en cuenta que, para proteger la Salvación, tendrá que renunciar cosas que le son agradables, pero que no le traen ningún beneficio a su fe, tales como amistades, hobbies, proyectos, etc.
Decida, a partir de hoy, qué es lo que escuchará y verá, ¡y permanezca en la fe!