Durante mi infancia siempre escuché decir la frase “todo tiempo pasado fue mejor”. A medida que fui creciendo y entendiendo más sobre lo que sucedía a mi alrededor comencé a pensar que la frase era cierta.
Cada vez vemos más violencia en la sociedad; las crisis económicas se suceden a escala global, haciendo que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres, más pobres; las perversiones son cada vez más fuertes; la vida humana vale cada vez menos… En fin, vemos claramente lo que el Espíritu Santo dijo hace unos dos mil años a través del apóstol Juan: “… el mundo entero está bajo el maligno.”, (1 Juan 5:19).
Cada vez se hace más difícil encontrar un ámbito en el que se respeten los valores familiares, en el que los más jóvenes aprendan que las cosas se consiguen trabajando y que hay un Dios que puede cambiarles la vida, sin que tengan la necesidad de evadirse con drogas o de delinquir para sobrevivir.
Basta prender la televisión para conocer las miserias de tal o cual famoso, o para saber detrás de qué color de billete deberíamos correr. Incluso compartir un viaje en ascensor con un vecino se transforma en un reporte de lo mal que están las cosas.
Sin embargo, hay personas que, lejos de “ir en bajada”, ven como su situación personal evoluciona y crece, sin importar lo que suceda alrededor. ¿Quiénes son? ¿Cuál es su secreto? Son los que tienen la vida entregada a Dios, los que viven la vida basándose en la Palabra del Creador, respetando Su voluntad y reconociendo que todo lo que logran viene de lo Alto.
Ellos son ricos porque han decidido obedecer a Dios, no solamente porque tienen dinero y bienes materiales. Recuerde lo que está escrito: “Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;”, (Isaías 1:19). Entonces, para ser rico y cambiar su futuro y el de su familia, invierta en obedecer a Dios, convierta esto en su máxima prioridad y no lo deje para el 2015, gánele al tiempo, ¡empiece ahora!
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