Amichai Lau-Lavie (Foto), israelita que vive en New York, Estados Unidos, es bastante activo para pensar y analizar el judaísmo entre los jóvenes de las nuevas generaciones. Él usa, entre otros medios, performance teatral en eventos, en video y varios recursos de internet, en diversos proyectos de los cuales participa por la Storahtelling Inc, de la cual es director y fundador, más allá de ser líder de Lab/Shul (Sinagoga) en los Estados Unidos.
Recientemente, estuvo en el Templo de Salomón, en San Pablo, y tuvo una sorprendente experiencia, que compartió en su página personal.
Impresionado con la grandeza del edificio, guiado por el obispo Miguel Lacerda, Lau-Lavie tuvo inmediatamente una experiencia en la cual, como judío, nunca había pensado: entró en el Santo de los Santos, algo solo permitido en los tiempos bíblicos al sumo sacerdote, tanto en el Tabernáculo como en el Templo de Salomón.
Incluso siendo una réplica del espacio reservado, él tuvo una comprensión sobre su fe que muchos -judíos, cristianos o de cualquier otra creencia- todavía no experimentaron.
“El Templo literalmente brilla”, dijo Lau-Lavie. Tanto en la parte externa como interna de la construcción. Israel está fuertemente representado en las piedras de las paredes y en la bandera de la explanada. “Los que no pueden viajar hasta allá ahora tienen esa opción local.” Y demostró alegría por las oraciones realizadas en el Templo de Salomón en favor de la paz en la Franja de Gaza y de Israel como un todo.
¿Cuál es el secreto del éxito?
En la réplica del Tabernáculo en tamaño real, en el área externa del Templo, Lau-Lavie pudo entender mejor su sentido, con la explicación del obispo Miguel: “No es solo el modelo del Tabernáculo. Es un recuerdo de cómo Dios quiere trabajar en nuestras vidas y cuerpos. Somos invitados a asumir el riesgo de entrar en el Santo de los Santos para que podamos, realmente, cambiar nuestras vidas.” La comprensión del visitante aumentó más cuando vio el velo, que separa el hombre de Dios, rasgado desde arriba hacia abajo después del sacrificio de Jesús. Como un judío, para él la presencia allí era teóricamente prohibida. Él percibió que los cristianos conquistan ese acceso directo. No dejó su creencia, pero entendió y respetó la que, en aquél momento, testificaba.
El futuro rabino quedó impresionado con el pastor Alex vestido como sumo sacerdote del Templo original en riqueza de detalles (en la foto, al centro, acompañado por el obispo Miguel, de traje oscuro), fiel a las referencias bíblicas. Y durante la visita guiada por el pastor, entendió que estaba allí como un turista, pero también como peregrino. Lo que más le impresionó no fue el magnífico edificio en sí, ni la exactitud de los detalles, sino las palabras del guía y del obispo.
¿Cuál es el secreto del éxito?” Preguntó. El obispo respondió, sin pestañear: “Dios. Les mostramos a las personas dimensiones reales, un Poder Real en el cual se apoyan. Un camino para cambiar sus vidas.”
Lo que terminaba de oír marcó la diferencia para el judío:
“Algo en la manera de hablar, la convicción, la simpleza, demostraban sinceridad; es cautivante. La fe y el compromiso del obispo son muy reales, vivos, son difíciles de negar. Hay algo para aprender sobre la sinceridad en este lugar.”
De forma directa y eficaz
Lau-Lavie, consideró la visita, entre otras cosas, como “un modelo de perfecta hospitalidad”.
Dijo que no notó proselitismo en las palabras del obispo Miguel. También se mostró impresionado con lo que oyó y vio sobre la recepción de diezmos y ofrendas, que consideró “directa y eficaz”.
Lau-Lavie dice que la experiencia fue más allá de las calles de Brás. Ya en New York, 10 días después, recuerda la visita con lo que más le marcó. “Andar en el patio del Tabernáculo, abrir el velo y superar el límite para entrar en el lugar más sagrado (El Santo de los Santos), en el medio de Brasil, era algo extraño, pero bastante admirable; maravilloso, y casi incorrecto (dada la antigua prohibición de que los judíos entren en el Santo de los Santos para un contacto con Dios).” Él pudo experimentar que durante milenios, fue prohibido para su pueblo, pero Jesús lo cambió. Puede entender mejor el motivo de que aquel velo tuvo que ser rasgado.
[related_posts limit=”12″]