En la actualidad, los hombres no están interesados en ser misericordiosos, ni en ayudar a quien lo necesita. En este mundo lo más importante es satisfacer sus deseos, aun si quien está a nuestro lado es perjudicado.
Cada vez estamos más aislados, alejados de la realidad, viendo los acontecimientos a través de la tecnología e ignorando lo que pasa a nuestro alrededor. La violencia domina las calles, todos se sienten inseguros y no miden sus actos. La necesidad de acumular poder crece a cada momento, los que lo tienen olvidan el amor al prójimo, la misericordia y todo lo que los hace seres humanos.
Recientemente, en Siria, vimos las imágenes de más de 80 personas que murieron en un ataque con armas químicas que, según el gobierno de Estados Unidos, fue ejecutado por aviones del gobierno sirio.
Por los medios circularon las imágenes que mostraban cuerpos sin vida, personas convulsionando, mostrando con detalle la terrible muerte que sufrieron quienes estaban en el momento y lugar equivocados. Mohammed Rasoul, un jefe de un servicio de ambulancias en Idlib, dijo a la BBC que sus médicos habían encontrado personas, muchos de ellos niños, ahogándose en la calle. Así, niños, adultos y ancianos fueron reducidos a un simple número que se agregaba a las estadísticas que todos calculan, pero que nadie puede cambiar.
Poder sin misericordia
Pero, como si eso no fuera suficiente, las grandes potencias continúan metiéndose en el conflicto con la supuesta intención de ayudar, pero acaban agravando el conflicto. Usando como justificación el último ataque con armas químicas Estados Unidos bombardeó la base aérea Siria, aliada de Rusia profundizando la enemistad entre naciones:
“Usando un agente nervioso mortal, Asad ahogó la vida de hombres, mujeres y niños indefensos. Fue una muerte lenta y brutal para muchos, incluso para bebés hermosos, en este bárbaro ataque”, dijo Trump en una breve conferencia de prensa.
El sarín es casi imposible de detectar porque es un líquido claro, incoloro e insípido que no tiene olor cuando está presente en su forma más pura. Las cifras sobre cuántos fallecidos y heridos causaron los ataques son variadas.
Sin piedad
En nuestro país, vimos un claro ejemplo de la falta de misericordia hacia los semejantes y la violencia que domina este mundo. Emanuel Balbo había ido a ver a su equipo de fútbol, a hinchar por su equipo, pero ahora está muerto. Tenía 22 años, pero ahora solo queda el dolor de su familia.
El padre de Emanuel se refirió a ese día: “Mi hijo fue a la cancha con su amigo Lucas. No consiguió entrada para la platea y compró una para ir a la tribuna Willington, donde un grupo de salvajes lo agredió tras señalarlo como hincha de Talleres”. En el video se puede ver la agresión de los hinchas, Emanuel corrió escapando de los golpes hasta que es arrojado por los agresores cayendo de una distancia de entre tres y cinco metros. Cuando las personas que estaban allí vieron que estaba inconsciente, le robaron sus pertenencias, pero nadie se preocupó por asistirlo, nadie tuvo misericordia. Las personas que lo vieron no hicieron nada para ayudar a Emanuel, que estaba al borde de la muerte. El resultado fue muerte cerebral. ¿Qué hacer delante de tanta indiferencia y brutalidad? ¿Es posible que exista una manera de revertir la situación de la humanidad?
Fuente: Clarín
El dolor y el sueño de Dios
En el blog del Obispo Macedo encontramos una definición para el dolor que siente Dios ante la falta de misericordia de los hombres. ‘Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.’, (Génesis 2:2).
El descanso del Creador tras el término de Su Obra fue interrumpido inmediatamente por la caída de la criatura humana. Incluso antes de que el hombre comenzara a cosechar los frutos de su rebeldía, el Señor Dios comenzó a sufrir. Todo el sufrimiento humano en la Tierra ha sido análogo al sufrimiento infinitamente mayor de Dios en el Cielo.
¿Qué sucede a partir del momento en que la madre genera un hijo? Desde los primeros cuidados hasta el fin de sus días serán contabilizados en el corazón de la madre, nunca más su vida tendrá sosiego, eso fue lo que le sucedió a Dios. Desde el momento del primer pecado, Él nunca tuvo ‘sosiego’ gracias a los humanos. Quien piensa que Dios es inmune a los sufrimientos, se engaña a sí mismo, quien defiende esa idea, no Lo conoce.
Cuando Jesús dijo: ‘Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yo trabajo.’, (Juan 5:17). Significa que Él trabaja constantemente, no para pagar las cuentas, sino para salvar a almas generadas en vano que están en la ruta del infierno.
Dios trabaja en cada siervo bueno y fiel para alcanzar a personas despreciadas, sufridas, desanimadas de la vida y especialmente a aquellas que están al borde del suicidio. Trabaja de forma exhaustiva para convencer a los que viven en la zona de confort de la Salvación y no se preocupan por los perdidos. Sí, el Espíritu de Dios trabaja tocando la trompeta, diciendo: ‘¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?’, (Isaías 6:8).
Jesús también les ordenó a los discípulos: ‘Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.’, (Marcos 16:15). Y cuando una única alma es salva Él completa: ‘Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento… Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.’, (Lucas 15:7-10).
Imagínese: Si hay júbilo en el cielo cuando un pecador se arrepiente, ¿qué sucede cuando un pecador no se arrepiente? Tristeza profunda, sufrimiento y dolor en el cielo por parte de los ángeles y sobre todo del Altísimo Dios. Lamentablemente, no todos los cristianos o las personas que se dicen de Dios piensan de esa manera.
Dios sufre, sí, y Su dolor es infinitamente mayor que todos los nuestros. Él sabe bien hacia dónde ha ido el alma de la mayoría de las personas. Ha visto y oído sus gritos de tormentos en el infierno. Dios tiene conocimiento de que la mayoría de los más de 7 mil millones de almas, tarde o temprano, irá hacia allá.
El sueño de Dios
Desde la caída de la criatura humana el mayor sueño del Creador ha sido rescatarla. De Génesis a Apocalipsis hemos visto el enorme esfuerzo de Dios en la ejecución del Plan de Salvación. Con certeza, hasta que todas las palabras proféticas del Apocalipsis se cumplan, la prioridad Divina es el rescate de almas. Fue para eso que Dios creo a la nación de Israel e hizo llegar a Su Hijo hasta nosotros. Él consumó la Obra de Salvación, instituyó el Reino de Dios, Su Iglesia, y ha enviado a Su Santo Espíritu para que, por medio de Sus siervos, sean salvos los que creen en Su Mensaje. Eso muestra que la Mente Divina ha estado ocupada con las almas perdidas”.
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