Había una vez un Reino cuyo Rey era el Propio Dios. A diferencia de otros reyes, Su mayor conquista era tener una relación con Sus súbditos. Por eso, les dio diez mandamientos, para que el orden y la disciplina no solo mantuvieran esa relación con Él, sino también con todas las demás personas de Su tan amado Reino. Hasta que un día, Sus súbditos se cansaron de Su Reinado.
Danos un rey que nos juzgue. 1 Samuel 8:6
Comenzaron a mirar a los demás reinos y envidiaron el hecho de que sus reyes fueran hombres y no Dios. Querían poder decir que tenían un rey y una reina, que tenían un palacio y, así, aparentar que vivían en un reino igual a los demás. Eso desagradó muchísimo al Rey de reyes, pero como no quería perder la relación con Su propio pueblo, cedió a sus exigencias…
Y dijo el Señor a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a Mí Me han desechado, para que no reine sobre ellos. […] Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.
[…] Y refirió Samuel todas las palabras del Señor al pueblo que le había pedido rey. Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos. 1 Samuel 8:7-17
Incluso con tantas desventajas, el pueblo prefirió cambiar al Rey de reyes por un rey cualquiera.
Israel pagó caro por eso. Fueron más reyes malos que reyes buenos, e incluso los reyes buenos cometieron errores graves, los cuales Dios jamás habría cometido… algunos de estos llegaron a matar a miles de israelíes.
Afortunadamente, Dios no desistió de nosotros y nos trajo Su Reinado a través de Su Propio Hijo, que eventualmente nos agració con Su Espíritu de tal forma que aquellos que son bautizados con Él vuelven a ser súbditos del Rey de reyes. O sea, Él pasa a dirigir sus vidas, aunque físicamente vivan en reinos imperfetos, espiritualmente pertenecen al Reino perfecto – el Reino de Dios.
En ese Reino, Dios es el único Rey. Sus leyes están por encima de cualquier otra ley de este mundo. No se vive por lo que se ve, sino por lo que no se ve, pues lo que importa es la fe.
Quien pertenece a ese Reino deja de ser brasileño, europeo, americano, africano, negro, blanco, bajo, alto, mujer, hombre, rico, pobre… en fin, no vive de acuerdo con los estándares de este mundo. Es diferente, piensa diferente, vive diferente. No vive solo ochenta o cien años, sino la eternidad. Tanta sabiduría le es dada que llega a confundir a los estudiosos, graduados, profesores y profesionales de este mundo.
Es por eso que la Iglesia Universal promueve el Ayuno de Daniel de tiempo en tiempo, para que quienes aún no tienen el Espíritu del Altísimo y, por lo tanto, aún no conocen Su Reino, puedan candidatearse. Y quienes ya Lo tienen, pero que por alguna razón se han distraído con los reinos de este mundo y quizás incluso Lo han desmerecido como el pueblo de Israel hizo antes, puedan recordar a qué Reino realmente pertenecen.
¡Participe usted también! ¡El Ayuno comienza este próximo 9 de febrero en una Universal cercana a usted!
En la fe,
Colaboró: Cristiane Cardoso