Generalmente, para cualquier persona que tiene cierta estabilidad en su trabajo y familia, hacer cosas simples como programarse para comer, dormir, pasear, convivir con sus seres queridos y amigos es algo más que común. Mientras tanto, para obispos y pastores de la Iglesia Universal y sus esposas, personas que optaron por servir a Dios y entregarse por los sufridos, sin medir esfuerzos y sin mirar las adversidades, tales actitudes, muchas veces, se dejan de lado, en el nombre del amor por las almas.
Al igual que el patriarca Abraham, jóvenes han dejado casa, familia y proyectos personales para ir tras un llamado realizado particularmente por el propio Dios a cada uno de ellos.
El pastor Eder Figueiredo, de 30 años, hace 11 años predica la Palabra de Dios en Rusia, él fue llamado al altar a los 17 años. Tal decisión hizo que tuviera que renunciar y enfrentar muchas cosas para realizar el sueño de servir a Dios: “El primer impacto fue la temperatura, ya que nos fuimos de Río de Janeiro con 35 grados y desembarcamos en Moscú con 23 grados bajo cero, sin contar el cambio radical de costumbres, como la ropa y comidas, que son muy diferentes de lo que encontramos en Brasil”, detalla.
Pero esas fueron solo algunas de las dificultades enfrentadas, una de las más difíciles aun estaba por llegar: la comunicación. “No lográbamos entender a las personas. Era duro, ya que tuvimos que aprender la lengua a la fuerza. O aprendíamos la lengua o el pueblo continuaría sufriendo. Y querer ver vidas transformadas era lo que nos incentivaba e incentiva hasta hoy a dedicarnos a estudiar y a adaptarnos, sea en el lugar que sea.”
La acción de la Iglesia Universal en el país comenzó en 1997, y hoy cuenta con cuatro templos y cuatro trabajos especiales. Sin embargo, las barreras para el establecimiento y crecimiento de la Obra de Dios aun es grande, necesitando de mucha oración, actitud y perseverancia de parte de los misionarios que viven aquí.
El deseo de mostrar el poder del Dios vivo
“En la cabeza de muchos aquí, la única iglesia es la ortodoxa, y las otras iglesias son consideradas sectas. El pueblo también sufre aun por guardar en la memoria enseñanzas del régimen comunista, que reinó aquí 80 años. Muchos son ateos, y muchos de los que creen en Dios pero practican una fe emotiva.”
La persecución religiosa vista constantemente en países de África y de Asia también se repite en Rusia, como explica el pastor: “En las evangelizaciones, ya llamaron varias veces a la policía para prohibirnos de hablar de Jesús. La policía invadió la iglesia para inspeccionar y ver si encontraban alguna irregularidad”.
A pesar de tantos desafíos, la fe y el deseo de mostrar el poder del Dios vivo a los que sufren ha prevalecido en la vida de cada pastor. Tanto que la Obra avanza, llevando la luz divina y el calor de la fe a los corazones fríos.
“La Iglesia Universal en Rusia ha avanzado, y el trabajo se realiza como en todo el mundo. Tenemos reuniones diarias varias veces por día, actividades con los jóvenes, visitamos hospitales y hacemos evangelizaciones en las calles, incluso con temperaturas muy bajas. Todo es porque nada puede parar el trabajo de la Iglesia, ya que es esa certeza la que nos lleva a estar lejos de nuestro país de origen, de familiares y, principalmente, la pasión por las almas. No miramos hacia ninguna dificultad”, destaca.
Aquellos que tienen una vida proyectada hacia las realizaciones personales pueden incluso conquistar sus objetivos a lo largo de los años, sea por el éxito económico, profesional o familiar, sin embargo ninguna conquista podrá compararse a la recompensa de librar almas del infierno y traerlas hacia el Reino de Dios.
“Cuando somos indignados, nos entregamos 100% en esta Obra. Colocamos toda nuestra fuerza en aquello que hacemos y, cuando vemos el cambio en la vida de las personas, familias salvas, vidas reconstruidas, esa es nuestra mayor alegría y recompensa.”