Sergio puede contar el antes y el después de los vicios: “Comencé a consumir a los 15, hasta ese momento era un joven normal al que no le gustaba la música extraña, me acostaba temprano y no tenía amistades que me influenciaran para mal. A los 16 años fui a vivir a una villa y a partir de ese momento todo cambió.
En la escuela me fui involucrando con jóvenes del barrio, ellos ya tenían sus adicciones, fumaban y tomaban dentro de la escuela y en el barrio. Se drogaban, pero yo no me animaba a probar.
Por no ser menos probé el cigarrillo, después el alcohol y en el baño de la escuela la cocaína. Yo tenía las mejores notas, era aplicado, el abanderado, el orgullo de las maestras y a partir del momento en que comencé a consumir ellas se dieron cuenta de mi cambio y llamaron a mi mamá. Para ese entonces había empezado a armar patotas y en el barrio tenía un comportamiento agresivo.
En los cumpleaños o en los boliches era yo quien iniciaba las peleas. Era un desastre, siempre me peleaba con alguien a la salida de los boliches. Recuerdo que tomaba hasta no poder más, quienes salían conmigo me evitaban por mi comportamiento.
Conocí a quien hoy es mi esposa a los 18 años, le demostraba ser un joven normal que no consumía, que no tomaba, intentaba hacer buena letra, pero no pude ocultarlo por mucho tiempo. Ella se dio cuenta de que consumía cocaína y yo me volví agresivo.
La golpeaba con o sin motivos, porque ella me celaba. La golpeaba con saña, era otra persona”, cuenta él.
Un momento de quiebre que hizo que él se volcara de lleno a los vicios fue la muerte de su hermano. Sergio se había vuelto un hombre agresivo que lastimaba a su esposa y rompía las cosas de la casa, parecía que no había una salida para él.
“Mi hermano murió en un enfrentamiento con la Policía porque había salido a robar. Después de eso consumía los 7 días de la semana, no tenía control. Estuve muy mal, estuve en coma por un golpe durante diez días. Los médicos le dijeron a mis padres si querían donar mis órganos. Salí del coma, pero seguí consumiendo. Después me diagnosticaron una malformación en la cabeza y me dijeron que iba a comenzar a tener crisis de epilepsia. Me dieron medicación para controlar las crisis, pero seguía consumiendo alcohol y drogas.
Cuando conocí el Tratamiento Definitivo para la Cura de los Vicios logré dejar todo. Abandoné el alcohol, la marihuana, la cocaína, las pastillas, el cigarrillo. Hoy no tengo ni un solo vicio. No tengo deseos de consumir, fui realmente curado de los vicios. La epilepsia desapareció, la relación con mi esposa cambió. Hoy tengo una nueva vida”, afirma.
Participe usted también de la reunión del Tratamiento definitivo para la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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