Cuando nos integramos a la familia del Reino de Dios y bebemos del Agua de la Vida que el Señor Jesús nos da, pasamos a ser una fuente de vida para quienes nos rodean.
Recibir el Espíritu Santo es lo mejor que puede sucederle a aquellos que Lo probaron, pues desde que Lo recibimos fuimos hechos fuentes de vida.
Él hace fluir en nosotros ánimo para que animemos a los demás;
Paz y alegría, para que alegremos a los demás y saciemos la sed de los que nos rodean.
Si nos volvemos insensibles delante de la sed de aquellos que nos rodean, ¿qué tipo de fuente seremos?
Si no vivimos en perfecta comunión, guardando nuestra consciencia limpia;
Si Lo entristecemos o Lo borramos de adentro de nosotros, seremos como una fuente que se secó.
Dejaremos de ser una fuente para ser un fraude y traeremos sobre nosotros la maldición referida en Jeremías 48:10
Maldito el que hiciere indolentemente la Obra del Señor…
No seamos un fraude, ¡seamos una fuente!
Vamos a compartir el agua que bebemos; vamos a compartir la Salvación que recibimos;
Vamos a compartir la paz y la vida que Él nos dio y así saciar la sed de los que nos rodean.
Que nosotros, que somos la Universal, seamos la fuente, pues el mundo sediento nos necesita.
Y quien aún no es una fuente tiene que beber urgentemente del Agua de la Vida y convertirse en una.
Obispo, toda la familia del Reino de Dios en Colombia ora por usted.
Colaboró: Obispo Agnaldo Silva