Desde hace algunos años las cirugías plásticas se convirtieron en una moda. Internet y las redes sociales están repletas de personas que utilizan y abusan de ellas y no pierden tiempo en divulgar todo tipo de procedimiento estético. Exhiben un cuerpo aparentemente perfecto, pero se olvidan de los riesgos que su salud y su vida corren.
Una de esas personas es la modelo argentina Nadinne Bruna, de 32 años, que se gana la vida a través de su perfil en Instagram. Ella y su hermana gemela muestran sus cuerpos moldeados por los procedimientos estéticos a los cuales se someten en sociedad con médicos y clínicas.
Pero uno de sus intentos en búsqueda de una “mejoría” casi la dejó ciega. Con la intención de cambiar el color de sus ojos –de castaños a ceniza– se sometió a una cirugía para colocarse implantes de silicona en los ojos. El resultado fue mucho dolor, una inflamación crónica, la pérdida del 80% de la visión del ojo derecho y del 50% del ojo izquierdo. “Me sometí a una operación de glaucoma de emergencia en ambos ojos, el daño en la visión es permanente. Todavía necesito un trasplante de córnea y también tengo cataratas”, informó la modelo a la cadena de televisión norteamericana Fox News.
La joven compartió los efectos de la cirugía en su red social y alertó sobre los riesgos que vivió, pero aún así algunas personas todavía insisten en realizar el mismo procedimiento. “Es una locura, porque aunque haya sido sincera sobre esa cirugía en Instagram, las personas todavía me preguntan dónde pueden hacerla”, se desahogó .
Lamentablemente, Bruna no es la primera, ni será la última persona en poner su salud en riesgo en detrimento de una apariencia “perfecta”. Pero ¿qué revela esa actitud tan peligrosa sobre el interior de una persona?
La escritora y conductora Cristiane Cardoso se pone firme cuando el asunto es hablar sobre ese tipo de situación. Ella cree que la necesidad radical de cambiar la apariencia demuestra la falta de contenido y amor propio. “Si para sentirse bien consigo misma, la persona necesita desarmarse toda es porque no hay contenido en ese pequeño frasco. Después de todas las cirugías y falsificaciones en nombre de la belleza, ¿se sienten bien consigo mismas?”, cuestiona.
Además, recuerda que un bello exterior no puede cambiar un interior vacío, triste, incompleto. Marilyn Monroe, por ejemplo, fue una de las mujeres más deseadas de su época, pero sufría de depresión, era adicta a las drogas y a los calmantes e intentó suicidarse varias veces. Toda la fama, la belleza o el dinero no la hicieron feliz. “El exterior proporciona sentimientos pasajeros, por eso no sirve solo invertir en ello. Por otro lado, el interior puede proporcionar algo mucho más profundo y permanente”, afirma Cristiane.
Una forma de invertir en su amor propio y felicidad interior es dedicarle tiempo a su relación con Dios. Él ama y valora al ser humano, llega a llamarnos real sacerdocio (lea 1 Pedro 2:9). “Conozca a Dios y, a través de la fe, usted aprenderá a valorarse. Fue lo que hice y realmente trae resultado. Él me valora tanto que es difícil no valorarme”, aconseja la escritora.