Una noche de fortaleza espiritual en la Sede Nacional, donde recibimos la Justicia que proviene de lo Alto.
Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre que está en los Cielos. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad». Mateo 7:15-23
Tenemos que discernir a los falsos de los verdaderos, para no volvernos como ellos.
Hay personas que usan la Palabra de Dios como un disfraz. Son lobos, no ovejas, que buscan devorar con palabras, acciones o de la manera que sea.
Esas personas deberían ser ejemplo en su familia y en lo espiritual, ya que conocen la verdad, pero no la practican.
Si no practicamos lo que sabemos, nos volvemos vulnerables e hipócritas, y eso es un peligro para nuestra alma.
Si somos capaces de ayudarnos a nosotros mismos, entonces podremos ayudar a los demás. No hay nada más duro que vivir engañados y no reconocer el propio error.
Por los frutos se conoce al árbol. Si esas personas no se arrepienten, morirán sin Salvación.
Tenemos que reconocer nuestro estado real lo antes posible, para que cuando llegue nuestro momento, tengamos la Certeza.
Cinco características de los falsos profetas:
• Buscan su propia gloria, no la de Dios, porque no tienen parte con Él.
• Buscan saber más y más información, pero no practicar.
• Buscan tener seguidores para sí, no para el Señor Jesús. Hablan de Dios, pero piden que «no se olviden de mí».
• Buscan ser remunerados, ser servidos y recibir, no dar. El verdadero seguidor de Jesús hace todo por amor.
• Buscan comodidad, no a los perdidos.
Llamar a Dios de Señor es una cosa, pero actuar es otra. No basta solo con hablar: tenemos que dar frutos.
No nos salvaremos por lo que hacemos, sino por lo que somos delante de Él.