Una noche en donde el Espíritu de Dios habló con cada uno de los presentes en la Sede Nacional de Argentina.
El mal tiene poder cuando pecamos con el cuerpo, espíritu o el alma. El poder que tiene es el de acusarnos.
El mal quiere acusarnos, pero para eso debe hacer que caigamos o entremos en pecado. Para llegar a esto usará las tentaciones para presionarnos y hacernos desistir.
En el Edén todo era bueno, pero el hombre estorbó el Plan de Dios al querer hacer su propia voluntad. Impuso todo lo que pensó, sintió y le gustó al propio Dios, contrariendo Su Voluntad.
“Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos. Y Pedro Le dijo: Señor, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte. Pero Jesús le dijo: Te digo, Pedro, que el gallo no cantará hoy hasta que tú hayas negado tres veces que Me conoces. […] Porque os digo que es necesario que en Mí se cumpla esto que está escrito: ‘Y con los transgresores fue contado’; pues ciertamente, lo que se refiere a Mí, tiene su cumplimiento. Y ellos dijeron: Señor, mira, aquí hay dos espadas. Y Él les dijo: Es suficiente. Y saliendo, Se encaminó, como de costumbre, hacia el monte de los Olivos; y los discípulos también Le siguieron. Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba…”. Lucas 22:31-34; 37-41
Nosotros debemos ser pesados para que cuando seamos zarandeados, no caigamos fuera de Su Presencia. Pesados en definición y en nuestra Fe.
Cuando uno cree estar firme comienza a bajar la guardia.
La Fe nos hace ser obedientes, nos hace tener actitud para someter nuestra voluntad a Dios.
La lucha entre nuestro querer y la Voluntad de Dios es espiritual. Existe para que haya un combate para que no nos dejemos engañar en el pensamiento, sentimiento y voluntades.
Dios no da Su Espíritu para quien quiere mantener sus ideas, proyectos o su estado. Sólo entregando el viejo corazón, la vieja mentalidad podemos recibir lo nuevo por parte de Él.
Para entregar lo que somos debemos reconocer qué tan malos y nocivos hemos sido en nuestro espíritu, alma y cuerpo.
Cada uno elige a dónde encaminarme. Puede hacerlo a la presión de hacer la Voluntad de Dios (y ser realizados por ella) o puede elegir desviarse de Sus Planes.
Con o sin Espíritu Santo seguiremos teniendo el poder de la decisión y satanás no puede hacer nada con respecto a esto.
Solo entramos en tentación cuando dejamos de hacer caso a la orden que Él nos dejó: orar para no entrar en tentación.
Debemos aspirar ser como Jesús: sumisos de espíritu, alma y cuerpo.