Lo más triste para mí es ver la iglesia llena de personas que han escuchado hablar de Dios pero no Lo conocen.
“… pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:14).
Preste atención, es muy importante que usted una su fe con su inteligencia, con su razón.
Hace 60 años yo era un joven con sus deseos y planes, quería tener una vida confortable. Yo estaba caminando, y el Espíritu Santo habló conmigo. Yo no conocía a Jesús, estaba pensando en dinero, en conquistas, y Él interrumpió mi pensamiento y me dijo:
“Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?” (Mateo 16:26).
Dios no nos llamó para vivir una vida pequeña, sino una vida que glorifique Su Nombre. Dios quiere ser honrado por usted, pero no solo con su alabanza, sino con su propia vida.
Cuando el Espíritu Santo me habló, me quedé incómodo, porque lo que más me preocupaba era hacia dónde iría mi alma. Un día, descenderemos a la sepultura, y este cuerpo perecerá, pero nuestra alma es eterna.
Esta alma ha sido despreciada por las personas que han invertido más en su belleza, en su hermosura, que en su alma. Pero todo el sufrimiento ha sido en su alma.
Muchas personas han tenido de todo en este mundo, pero se han quitado la vida a causa del sufrimiento de su alma.
Y “… ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?”.
¿Qué puede dar usted para salvar a su alma? ¿Y a quién se lo dará? Su alma solo puede ser salvada cuando usted se la entrega al Señor Jesús.
Y Él me dijo algo muy fuerte: “Pero buscad primero Su Reino y Su Justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Usted tiene que ofrecer su vida para que sea habitación del Espíritu Santo.
¿Y qué es buscar el Reino de Dios? ¿Quién es el Rey? El Señor Jesús. Y cuando el Reino de Dios entra en las personas hace de su vida una vida de calidad, de paz.
Después de que Dios me habló, estuve un año pensando. ¡Yo tenía que renunciar a mis sueños para que Él hiciera realidad Sus sueños en mi vida!
Un día me entregué y Jesús me aceptó. Dios quiere hacer lo mismo en su vida.
Usted tiene que entregarse: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24).
Los que no se niegan a sí mismos están sufriendo porque no usan la inteligencia, sino el corazón.
Si usted quiere entregar su vida, no puede dejar nada, ¡ni 1 % para usted! Si usted está entregándose 100 %, tiene derecho de recibir TODO de Dios, porque es así como está escrito: “… pues Él da el Espíritu sin medida” (Juan 3:34).
Jesús le acepta como usted es, Él le acepta porque Él quiere su alma. Dígale lo que usted Le ofrece, hable con Él. Dios escucha su oración, en Nombre de Jesús.