Los hijos que desobedecen a los padres, los alumnos que les faltan el respeto a los profesores, los empleados que desprecian a sus superiores, los ciudadanos que denigran a las autoridades democráticas, en fin, existen innumerables ejemplos de personas que, independientemente de cuál sea la situación, manifiestan actitudes rebeldes e irreverentes.
Lo cierto es que, en la actualidad, el espíritu de rebeldía está presente en todos los ambientes sociales. Muchos creen que las discrepancias les dan el derecho de insultar a los demás, difamar o quebrantar determinadas reglas. Por eso, en lugar de recurrir a las vías adecuadas para expresar sus disconformidades, prefieren exteriorizarlas faltándoles el respeto a las autoridades.
El temor al Señor es la confirmación de la bendición
Hace muchos años, en la época de los patriarcas de Israel, las personas creían que si veían a Dios morirían al instante. Porque, a causa de sus pecados, no se consideraban dignos de la santidad y pureza del Altísimo. Por ese motivo, cuando Jacob vio el rostro de Dios en el Vado de Jaboc dijo:
“… Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma”, Génesis 32:30.
Él creyó que fue libre de la muerte porque Dios le permitió que siguiera con vida. En otras palabras, este tipo de pensamiento que tuvo Jacob, al igual que otras tantas personas en el pasado, demuestra la profunda estimación que Le tenían al Creador. Jacob sabía que el Señor representaba la autoridad en la Tierra y en los cielos y que Él era el único digno de toda la gloria.
Lamentablemente, muchos de los que dicen que son cristianos quieren alcanzar las bendiciones del Altísimo, pero Le son irreverentes: no son fieles, murmuran constantemente, engañan, pecan deliberadamente, hablan mal de otras personas, difaman a sus autoridades espirituales, usan el nombre de Dios en vano, son rencorosos, entre otras cosas.
El Señor bendijo a Jacob dándole una nueva identidad y muchas bendiciones cuando él se despojó de todo. Por lo tanto, examínese a sí mismo y pregúntese si ha tenido temor a Dios y si ha respetado a sus superiores. Si no lo ha hecho, quizás este sea el mejor momento de comenzar a hacerlo. Porque, sin esta cualidad, su vida no podrá ser transformada por completo.