A pesar de vivir en una sociedad “libre”, el mundo no está salvo de la persecución a los cristianos. Al contrario: todos los días alguien es castigado en razón de la fe que profesa. Por ejemplo, en Nigeria, en abril, más de 260 adolescentes fueron secuestradas y torturadas psicológicamente por actuar contra una determinada religión. Solo serían liberadas en el caso de que se convirtieran.
El caso de Meriam Ibrahim Ishaq, de 27 años, fue aún peor. Hija de padre musulmán y madre cristiana, la joven fue acusada y detenida por “convertirse al cristianismo”. En Sudán, donde ella nació y vive, los hijos de padre musulmán son automáticamente considerados musulmanes y si alguno de ellos se convierte al cristianismo será castigado con la muerte.
Meriam es médica, casada y estaba embarazada cuando fue condenada a la horca. Fue acusada de “conversión al cristianismo”, aunque nunca se haya declarado musulmana. También fue acusada de adulterio, pues, según la ley islámica, una musulmana no puede estar casada con un cristiano. Su sentencia: cien latigazos, además de la pena de muerte, anulación de su casamiento. Y no consiguió defenderse, ya que era cristiana y se casó con un cristiano.
¿Qué haría usted si estuviera en el lugar de Meriam? ¿Cuántas veces, delante del preconcepto que aún existe en la sociedad, usted ya negó – o cambió de tema de conversación – sobre el templo que frecuenta, sobre sus oraciones o el hecho de dejar que la fe guie su vida?
Hace casi 2 mil años el emperador Nero le dio comienzo a la primera persecución de cristianos. Por su causa, grandes predicadores de la Palabra, como el apóstol Pedro, murieron. A lo largo de la Historia muchos perdieron sus vidas por defender su fe e incluso hoy, cuando la sociedad aparenta estar a salvo de las persecuciones, determinados opresores aún arrestan, humillan, torturan e incluso condenan a la horca a quien no está de acuerdo con ellos.
Pedro dejó el plano terrenal crucificado de cabeza hacia abajo, atragantado con su propia sangre, probablemente en el año 67, como cuenta la historia. Meriam, embarazada de 9 meses, fue detenida el 15 de mayo de 2014 y condenada a cien latigazos y a la horca. El crimen de ambos fue defender la fe cristiana. Entre esas dos fechas, millones perdieron sus vida por la misma razón.
Mientras que por aquí algunos titubean por una disconformidad de profesar su creencia, muchos alrededor del mundo arriesgan de verdad sus vidas diariamente por ser cristianos. Meriam es una de esas personas. Ella tuvo la pena revocada en la apelación. El juez entendió que ella siempre fue cristiana, por lo tanto no hubo “crimen de conversión”. Sin embargo, por no reconocer su casamiento, Sudán aún crea problemas para que la muchacha salga en seguridad del país.
El día 23 fue liberada, pero volvió a ser detenida al día siguiente en el aeropuerto. Hasta el cierre de esta edición, luchaba por su libertad. Como ella, otra tienen miedo de ser castigados con la muerte, pero aun así están convirtiéndose. ¿Y usted? ¿Arriesgaría su vida o negaría su fe?
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