El 20 de julio pasado fue el Día del Amigo y muchas personas aprovecharon esta fecha para encontrarse y pasar un buen momento. Por ese motivo, haremos una reflexión sobre cómo ser un amigo de Dios.
¿Amistad o compañerismo?
Actualmente, la palabra “amistad” está desvalorizada y se la confunde con el “compañerismo”.
El “compañerismo” puede definirse como la relación amable, de colaboración y de solidaridad entre colegas de trabajo, de estudios, etc. En cambio, la palabra “amistad” involucra valores y cualidades.
Al descubrir afinidad o gustos en común, las personas comienzan a llamarse “amigos” con facilidad, a pesar de ignorar el carácter del otro.
Un ejemplo bíblico
Podemos observar que, en la biblia, Dios llamó a Abraham como su amigo.
¿Usted ya se puso a pensar cómo sería si su amigo fuera nada más ni nada menos que el propio Dios?
En una publicación de su blog, el obispo Macedo dejó una lista de cualidades que tenía el patriarca:
– Consideración: Creía en Dios y Lo tenía en cuenta al momento de tomar decisiones.
– Respeto: Reconocía la Autoridad y Soberanía del Señor, y por eso Lo obedecía con mucho temor.
– Lealtad: Cumplía lo que Le prometía a Dios y honraba su palabra. Esto mostraba el carácter moral del patriarca.
– Disposición para ayudar: Su esencia no era egoísta, por eso se sacrificó a diario para cooperar con el Plan de Dios.
– Comunicación: Abraham pensaba en las cosas de lo Alto y, como resultado, podía oír la voz de Dios.
– Cosas en común: Tenía un comportamiento diferente al resto de las personas de la sociedad en la que vivía. Su espíritu estaba en común con el de Dios, ¡y esto llamó la atención del Creador!
– Confianza: Su convicción mostró que creía en el Señor, tanto en las situaciones buenas como en las malas. Y dejó eso en evidencia cuando se dispuso a sacrificar a su único hijo en el Altar.
Estas características de Abraham nos permiten saber qué es lo que Dios espera de nosotros para que seamos Sus mejores amigos y no Sus simples compañeros.