“¡Cuidado, no aceleres en la curva!”, “¡No vas a jugar fútbol hoy!”, “¿A qué hora va a terminar esa reunión, eh?” Al leer esa clase de órdenes y cuestionamientos usted debe pensar que seguramente se trata de una madre hablando con su hijo. En realidad no es así, esas frases y otras similares, siempre con un verbo en imperativo, son las que utilizan muchas mujeres al hablar con su esposo. Sin darse cuenta, al reaccionar de esta manera la mujer está colocándose en el papel de madre de su cónyuge.
Toda mujer tiene un lado protector, sin embargo, las preocupaciones de la mujer por su familia no pueden dejar de lado el papel del hombre en la relación ni en el hogar. El hecho de tomar todas las decisiones la convierte en una mujer controladora. Las consecuencias directas de este tipo de comportamiento llevan a que la mujer trate a su esposo como si fuera su hijo tanto dentro como afuera de casa. Esto conduce irremediablemente a la falta de respeto y a situaciones vergonzosas delante de familiares, amigos y desconocidos.
Si una analiza a conciencia sus actitudes hasta ahora y reconoce que esa ha sido la manera en que se ha comportado en la relación, es hora de cambiar y el primer paso es buscar la raíz de esos problemas.
Lo ideal es desempeñar el papel de esposa, al lado de su marido, tratando los temas particulares con discreción y si ve algún comportamiento que no corresponde, como por ejemplo cuando está manejando, no hable en el momento, dando lugar a una discusión, sino espere llegar a destino y entonces hable con calma sobre lo indicado en seguridad vial. De esta manera usted desarrollará sus virtudes como esposa y su esposo notará el cambio y, consecuentemente, cambiará sus actitudes también.
Sepa cómo actuar
• En lugar de mandar, pida con educación.
• En vez de controlar, interésese por la vida de él con admiración y apreciación (él va a contarle todo lo que usted quisiera saber).
• No lo critique, dígale como puede mejorar mucho más (sos un buen padre y podrías ser mejor si…).
• Encuentre razones para celebrar en vez de estar quejándose de la vida y de todo cuando hable con él.
• En vez de ser fastidiosa porque él no vino a la cama más temprano o porque está siempre cansado, póngase una ropa especial, vaya adonde él está, abrácelo y hágalo recordar la razón por la que dejó a su madre (y a todas las otras mujeres) por usted.
• Sea amante de su marido, no su madre. Las dos cosas no combinan.
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