En algunos momentos tenemos la sensación de que podemos mejorar o incluso rehacer algo, y eso es saludable, sin embargo, hasta cierto punto. La autoexigencia es algo que necesita ser trabajado y, muchas veces, tratado. “Las personas que tienen la manía de la perfección son perjudicadas en el ámbito amoroso, familiar y hasta en el ambiente de trabajo. Quien rehace varias veces la misma tarea difícilmente entrega lo que le fue pedido en el plazo determinado”, comenta la psicóloga Bruna Passos Días. Ella explica que, con el paso de los años, esas personas van siendo poco flexibles, y muchas veces no enfrentan desafíos por miedo a fracasar y no tener la oportunidad de corregir un error.
La manía de querer ser perfecto en extremo comienza a dar las primeras señales en la etapa escolar del niño. “Los padres siempre le piden a sus hijos que se saquen la mejor nota en el colegio, que la niña sea una bailarina exitosa, que el niño sea un gran jugador de fútbol y, en algunas situaciones, terminan presionando, sin querer, a los niños con tantas exigencias, y eso va tomando una proporción cada vez mayor. Cuando son mayores, esas actitudes pueden influir, pues el joven no quiere decepcionar a los padres y comienza a exigirse mucho más”, explica la psicóloga.
Controle solo una vez
Todo el mundo se equivoca, pero lo importante es tener conciencia y no tener vergüenza de eso, saber lo que sucede y buscar mejorar, en el caso en que sea posible. “Una de las señales de una persona perfeccionista en extremo es enojarse fácilmente cuando no logra el objetivo deseado, revisar varias veces lo mismo, tener la sensación de que siempre podría haber hecho algo mejor, pensar que nadie hará nada mejor que ella, y tener la sensación de que las personas piensan cosas negativas sobre sus actitudes”, comenta Bruna.
Según la especialista, cuando haga algo, revise solo una vez más. La probabilidad de querer rehacer es mayor cuando más revisamos, pues más se notan los defectos. Invierta su tiempo en otras cosas, como salir, aunque sea solo, leer un libro, ver películas y conversar con amigos. Distráigase al máximo. “Concientícese de que nada de lo que haga podrá gustarle a todo el mundo, siempre alguien expresará su opinión, entonces, no deje que los otros interfieran en sus pensamientos e ideas. Dé lo mejor, pero no se exija”, finaliza.