Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán? (Jeremías 12:5)
Si en las cosas terrenales es fracasado, ¿cómo será en las cosas espirituales?
¿Cómo alcanzará el Reino de los Cielos si no hay decisión, violencia y audacia? Si en las pequeñas cosas, el mal ya logra derribarlo, ¿cómo puede enfrentar desafíos mayores? ¿Cómo querer ser grande si continúa curvándose ante la inseguridad?
¿Cómo conquistar cosas mayores si no aprende a ser fiel en lo poco? ¿Cómo querer más si no tiene fe para lidiar con lo que recibió?
Hay una enorme diferencia entre ser religioso y ser conquistador. El religioso espera que las promesas caigan como lluvia del cielo. El conquistador asume su fe y parte hacia el todo o nada. O Dios es o no es. Se siente seguro incluso en medio de la guerra. No tiene miedo, incluso en la cueva de los leones. Manténgase firme, aunque se aumente el fuego del horno. Enfrente, aunque un gigante armado lo amenace. No se quede lamentándose o confesando derrota. Si siente miedo, ignórelo y actúe por la fe, a pesar del miedo. Así, compite con quien sea; se siente seguro donde esté.
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Si en las cosas terrenales es fracasado, ¿cómo será en las cosas espirituales? El conquistador asume su fe y parte hacia el todo o nada.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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