Un sentimiento de frustración o una tristeza que parece inexplicable. Si usted ya se ha sentido así, puede estarse engañando a sí mismo con algo que determinó para sí pero que no está logrando cumplir. Una ilusión sobre usted mismo sobre algún aspecto, como por ejemplo, estar aparentemente firme en su comunión con Dios, pero, repleto de dudas y miedos.
Pedro no había nacido de nuevo
Quien ya se ha decepcionado o desilusionado de alguien, un amigo o un pariente, sabe qué malo que es ese dolor. Sin embargo, el dolor más grande que puede existir es cuando una persona se decepciona de sí misma. Fue lo que sucedió con el apóstol Pedro al negar al Señor Jesús tres veces.
Pedro afirmaba y reiteraba que siempre estaría al lado de Jesús, ya sea en la cárcel o hasta en la muerte. Pero, el gran problema de Pedro es que él tenía a Jesús a su lado y no en su interior. Él creía que estaba firme en la fe, pero no había nacido de nuevo y, por lo tanto, no estaba preparado para resistir a las dudas y a los miedos.
Así como el Señor Jesús dijo que incluso antes que el gallo cantara Pedro Lo negaría tres veces y él no le creyó (Mateo 26:34-35), usted también puede estar negando que se está alejando de Dios. Para Pedro, cuando cantó el gallo, vino el tormento y la decepción, al darse cuenta de que se había equivocado. ¿Usted también esperará que algo suceda para cambiar?
Actitud con respecto a Dios
De acuerdo con el obispo Edir Macedo, “el milagro que esperamos en nuestra vida depende primero de la actitud que tomamos con respecto a Dios”. Por eso, no se deje intimidar o abatir en la primera dificultad, recelo o miedo que tenga al enfrentar alguna situación. Si se equivocó, busque el perdón y la renovación de su fe.
Si hay arrepentimiento por la vida que está llevando y anhela cambiar, esa transformación solo es posible a través de una actitud de fe. Deténgase por un momento y reflexione sobre su relación con Dios. Realmente, ¿usted es una nueva criatura?
El milagro del nuevo nacimiento
Para el obispo Macedo, el milagro del nuevo nacimiento, o de la nueva vida, ocurre en dos etapas:
– Actitud del hombre hacia Dios: Nadie nace de Dios sin antes convertirse o abandonar sus pecados. La conversión exige un cambio de comportamiento en relación a Dios. Las mentiras, el robo, el adulterio, la prostitución, en fin, las obras de la carne son abandonadas (Gálatas 5:19-21). Esto es conversión.
– Actitud de Dios para con el hombre: Cuando el Espíritu Santo ve el esfuerzo de la persona en sustituir su voluntad por la de Dios, entonces Él viene sobre ella y transforma su vida, concluyendo así Su participación en el milagro del nuevo nacimiento.
Si usted tiene dudas sobre el nuevo nacimiento y el bautismo con el Espíritu Santo o cualquier otro asunto que esté obstaculizando su vida espiritual, acérquese a la Universal más cercana a su hogar y converse con un hombre de Dios.
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