“Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.”
(Hechos 7:9-10)
De hermano rechazado a esclavo, de esclavo a presidiario. Aparentemente, la situación de José estaba solo empeorando. Parecía no haber más salida. Sin embargo, cuando se está con el Rey de reyes, no hay situación mala. Incluso en la prisión, Josué se destacó y fue honrado. No se indignó contra Dios, su espíritu no se abatió. Mantuvo su confianza y experimentó lo imposible.
¿Cómo un esclavo y ex presidiario podría ser ascendido a un puesto tan alto? «Él levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de Su pueblo» (Salmos 113:7-8). Incluso frente a las situaciones adversas, aquel que es de Dios no desiste. Puede indignarse contra la situación, pero nunca contra Dios. Incluso en medio de la prisión, es honrado.
El hijo de Dios se destaca positivamente donde esté. Porque Dios está con él, mostrará que ese es Su escogido. Aunque usted sea, para el mundo, el último de los últimos, como José, esclavo y prisionero, no hay límites para lo que Dios puede hacer a través de Sus hijos.
“Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en Su presencia.” (1 Corintios 1:27-29)
Cuando se está con el Rey de los reyes, no hay situación mala. Incluso lo que parece malo se transforma en bendición.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo