Cuando Moisés subió al Monte Sinaí, después de liberar al pueblo hebreo y de salir de la esclavitud de Egipto, recibió un conjunto de normas morales específicas dictadas por Dios. Fue en ese momento que Dios les dio a los hombres los Diez Mandamientos escritos en tablas de piedra. Ellos son un resumen de la Ley Divina que debe regir la conducta humana. No son sugerencias o recomendaciones, sino reglas que deben ser cumplidas y guardadas.
Ahora hablaremos del octavo mandamiento, que determina de forma directa: no robarás. Muchos pueden pensar que se refiere solo a bienes materiales, pero se engañan. Aunque sea una frase corta y su significado parezca limitado, su alcance es amplio. En la relación, por ejemplo, si esta regla no se sigue, puede causar una serie de problemas.
No entiende nada, ¿verdad? ¿Los maridos les roban a sus esposas? Es exactamente eso. Hoy, muchos hombres roban incluso dentro de su propio matrimonio. No se trata de apoderarse de dinero o de bienes materiales. Nos referimos a otro tipo de apropiación indebida.
La decisión de un hombre y de una mujer de construir una vida juntos tiene mucho que ver con la afinidad que cada uno identifica en el otro, y con la presencia de Dios o no en sus vidas. Sin embargo, después de casarse, hay muchos hombres que quieren que sus esposas incluso cambien su personalidad.
Por supuesto que el matrimonio debe ser una evolución de la vida en pareja y las personas deben seguir en este proceso de crecimiento. No obstante, cuando el hombre piensa que, por el hecho de estar casado, tiene motivos para cambiar completamente a su mujer y quitarle todo, puede estar cometiendo un grave error.
Se queja de que no le gusta su apariencia, sus gustos y no pierde la oportunidad de pisotearla. Esto es abuso emocional. Algunos hombres ya ni siquiera quieren que ella trabaje o que conviva con su familia.
En ese punto, el hombre debería preguntarse con quién se casó. ¿Con un robot? ¿Está con alguien que hará o hablará exactamente lo que quiere? ¿Cree que su esposa es solo una figura decorativa para satisfacer sus deseos? Por supuesto que no. Por lo tanto, cuando le dice a su esposa, por ejemplo, que ella no sabe hacer nada ni siquiera arreglarse, la hace sentirse inadecuada y eso también es un tipo de delito.
Vea las posibles consecuencias de eso. La esposa cede e incluso cambia, pero se retrae. Al notar el cambio, el hombre termina perdiendo el interés por ella, ya que no es la persona que conoció antes de casarse. Es un robo con resultados catastróficos.
En la ley de Moisés, cuando alguien robaba algo y era descubierto, tenía que devolver lo que había robado y, según la situación, tenía que otorgar un reembolso del 20 % al 100 % más. En el matrimonio, cuando un hombre roba, una mujer también debe actuar de manera similar.
Además de reconocer su error, él debe pedirle perdón.
Si el hombre mintió, tendrá que ser más transparente a partir de entonces. Si no compartió cierta información antes, ahora debe compartirla y hacer aún más porque le robó la confianza a su esposa. Es decir, tendrá que compensar su error tanto como sea posible. Entonces, con el tiempo y perseverando en este nuevo comportamiento, reparará la herida que pudo haber quedado.