La Universal lo sabe y también está allí. La Universal trabaja constantemente en la misión de llevar la fe bíblica eficaz hasta los lugares más distantes. Liderada por el obispo Antonio Ferraz, el equipo de evangelización inauguró la Universal de Gabón el 9 de marzo y, desde entonces, viene dedicándose a cumplir el pedido dejado por Jesús y descrito en el evangelio de Marcos: “…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
Gabón es un país litoral situado en la costa de África y que fronteriza con Camerún, Congo y Guinea Ecuatorial. Independiente hace poco más de 50 años, posee una población aproximada de más de un millón y medio de habitantes, siendo que la ciudad más poblada es la capital Libreville, justamente donde inauguró la Universal, después de mucho esfuerzo, su nuevo templo.
“La construcción de la nueva Universal llevó dos años. Ahora contamos con 11 iglesias y dos anexos esparcidos por el país. Nos empeñamos en esta obra porque tenemos certeza de que será muy importante en la evangelización de los gaboneses”, explica el obispo Ferraz.
A pesar de ser un país con muchas riquezas naturales, la desigualdad social aún tiene una fuerza impresionante. La mayoría de la población es pobre y necesita mucha ayuda espiritual para enfrentar los problemas que sobrepasan el área económica.
Para el obispo, aunque sea trabajoso llegar a las personas, el esfuerzo vale la pena: “Estamos en Gabón hace 17 años y las mayores dificultades que encontramos en el trabajo evangelístico del país son las tradiciones que ellos mantienen. Pero, gracias a Dios, todo está mejorando luego de la inauguración de esta nueva sede”.
La gabonesa Berthe Ayenengoye, de 40 años, hoy es una de las personas que reciben de brazos abiertos a los voluntarios de la Universal. Hace mucho años, la ama de casa descubrió que era estéril. Los médicos le dijeron que el cuadro era irreversible, pero, aun así, buscó ayuda en todos los lugares.
“Entré en contacto con médicos, pero no pudieron hacer nada por mí. Fui a los curanderos que trabajan con plantas, llegué a gastar mucho dinero. Sin embargo, fue todo en vano. Cuando supe de la Universal, comencé a participar de las reuniones de sanidad. Hoy, puedo testificar que Dios existe, pues, además de estar casada, soy madre de dos hijos, un verdadero milagro. Soy feliz por conocer a Dios y le agradezco a la Universal por eso”, celebra Berthe.
Millares de personas han sido beneficiadas por el trabajo de la institución en Gabón. Y las expectativas son aún mayores: “Esperamos continuar trabajando para tener cada vez más personas curadas, liberadas y con una fe en Dios inquebrantable”, concluye el obispo Ferraz.
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