Intente enviar una carta sin sello postal. Con toda seguridad, no lo logrará, y si lo consigue, su destino será incierto.
Con el sello, todos los involucrados en el proceso saben que el trayecto de esa carta está autorizado. Él mismo identifica que quién escribió la carta pagó por su entrega.
Así como el sello postal de una carta, el Sello del Espíritu Santo representa la confirmación del pago con la sangre del Señor Jesús por nuestras vidas. Por eso siempre debemos mantenernos vigilantes.
En el mundo de hoy, es cada vez más difícil proceder con integridad. Las personas se están corrompiendo con tanta facilidad que llega a causar terror. Cosas que en el pasado nadie practicaba – y si se hacía, era ocultamente – , hoy son naturales. Aquellos que no proceden según la modernidad son considerados tontos y estúpidos. Conforme va pasando el tiempo, hacer lo correcto se vuelve más estresante. Por lo tanto, tenemos la necesidad del Espíritu Santo, y es Él el que nos da la firmeza de carácter, la fuerza para ser fieles y la paz, porque estamos haciendo lo que es correcto.
Por tener el libre albedrío, el Espíritu Santo no nos impide que tomemos actitudes contradictorias, pero nos advierte antes de que las ejecutemos.
Todos los que rodean al sellado con el Espíritu Santo, pueden llegar a estar en desacuerdo con sus actitudes, pero tienen que asumir que existe algo diferente en él. Sin el Sello de la presencia de Dios en nuestras vidas, así como la carta sin el sello postal, nuestro futuro también es incierto.
Este es el momento
Si usted todavía no tiene el Sello del Espíritu Santo, aproveche el “Ayuno de Daniel” para que pueda recibir ese regalo Divino. Sea sincero con Dios, entréguele su vida y búsquelo con todo su corazón. Después deje un comentario aquí contando cómo esta experiencia cambió su vida.
Si usted ya es sellado con el Espíritu Santo, aproveche la oportunidad para compartir este mensaje con sus amigos y familiares. El Espíritu Santo es para todos.
“Entonces Me invocaréis, y vendréis y oraréis a Mí, y Yo os oiré; y Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis de todo vuestro corazón.” (Jeremías 29:12-13)
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