El deseo de ser como el otro revela admiración y respeto. Es saludable y positivo tener a alguien como una fuente de inspiración y, además de eso, un ejemplo a seguir. Pero, cuando la conquista y el éxito del otro dejan de ser un ejemplo y se convierten en un fastidio, es señal de que la admiración dejó de existir. Ganó contornos destructivos y un nuevo nombre: envidia.
Las personas envidiosas ven las virtudes del otro con lentes de aumento y, muchas veces, se olvidan de sus propias cualidades. Son insatisfechas y raramente disfrazan la inseguridad. Sabemos que no es posible monitorear el pensamiento de las personas y, por eso, no podemos controlar la envidia de los demás. Entonces, ¿qué se puede hacer para lidiar con ella?
“La envidia está en los lugares donde usted menos piensa. A veces, incluso en las personas más cercanas a nosotros. Entonces, tenemos que estar siempre atentos y vigilantes. Mi protección viene de mi comunión con Dios y de mi consciencia limpia por obedecer Su palabra”, cuenta María Helena Vianna, que enfrentó el problema en el inicio de su carrera internacional como modelo.
Hoy, ella sabe bien cómo protegerse. “Me enfoco en cuidar solamente mi propia vida y en no ocuparme con esos pensamientos, pues tanto la envidia que se recibe como la enviada, crean reacciones negativas a nuestra vida.”
En la actualidad, el sentimiento está presente hasta en las redes sociales. Investigadores de la Universidad de Humboldt y de la Universidad Técnica de Darmastadt, en Alemania, revelaron que más de un tercio de los usuarios del Facebook sienten envidia de los amigos virtuales. El estudio muestra que buena parte de ellos se sienten insatisfechos principalmente con la felicidad de los otros, con el modo como pasan sus vacaciones y cómo se socializan.
Cuando sobrepasa la insatisfacción personal, la envidia puede transformarse en ofensa, venganza o agresión. La joven Mary Konye, de 21 años, le tiró ácido en el rostro de la amiga Naomi Oni, de 20, por sentir envidia de su belleza. La joven agredida recibió inserción de pelo, pero quedó con el rostro desfigurado.
El sentimiento revela la falta de amor propio, además de la infelicidad por no poseer lo que el otro tiene, sea belleza, sea conquistas, o éxito profesional. Para Marina Chaer, es una manera incorrecta y negativa de admirar a alguien. “Yo busco relevar y continuar deseando el bien a la persona envidiosa.”
Para no ser víctima, Janaína Lima tampoco le da importancia a los envidiosos. “No alimento el miedo de ser envidiada, como si algo malo me fuese a suceder. Más allá de eso, el mayor perjudicado es el envidioso, que deja de invertir en sí mismo mientras envidia al otro.”
¿Detectó el sentimiento? Para Raquel Gomes, lo mejor a hacer hecho es ser uno mismo. “La persona no es envidiada solo por la belleza, sino por lo que es y por cómo actúa. Entonces, si le miran torcido, sonría y salude. Si la persona habla poco con usted, tome la iniciativa, compártale sus ideas y lo que lo motiva a ser como es. Su simpatía cortará las raíces envidiosas de las otras personas. Ser usted misma la mantiene fuerte y eso impide que los demás la coloquen por debajo de ellos.”
Cuando la persona está segura de sí misma y tiene confianza de su propio valor, la envidia no le llega, pues la autoestima funciona como una verdadera barrera de protección. Sea atenta y protéjase.
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