El autosaboteo o el autoboicot es un proceso, generalmente, inconsciente que hace que la persona se oponga a sus propios pensamientos. De esta manera, inmoviliza su propio camino e incluso se martiriza, lo que puede postergar o impedir su éxito.
“Esto es común, aunque imperceptible para la mayoría”, revela la psicóloga Thaiana Brotto, de San Pablo, “y puede afectar de manera devastadora la vida personal y profesional”.
Según la especialista, “una serie de comportamientos en la que suscitamos problemas nos impide alcanzar un objetivo. Inconscientemente, actuamos en el sentido opuesto al de nuestras necesidades y deseos”.
Además, explica que el origen de este trastorno, por lo general, radica en los traumas de la infancia o de la adolescencia en el ámbito familiar: “aun sin saber y sin querer, muchas veces, los familiares terminan generando sentimientos de culpa, rechazo, abandono, entre tantos otros”.
La psicóloga también advierte que este comportamiento es grave y puede causar problemas como la depresión, los trastornos de ansiedad, la obesidad, las cardiopatías e incluso la diabetes. “En casos más extremos, la automutilación surge como una manera de castigarse y terminar con las posibilidades de felicidad y éxito.”
Es importante que el autosaboteador note la gravedad de la situación y entienda que necesita tratarse. Thaiana dice que el miedo a equivocarse, normalmente, es el peor saboteador, pero existen otras señales importantes.
Cómo usted se ve
La autoimagen que cultivamos tiene un papel fundamental para romper el ciclo de boicots. “Para modificar las creencias que lo impiden alcanzar sus objetivos y autorealizarse, es necesario comprender que la manera en la que se ve determina la calidad de sus experiencias”, dice Thaiana. “Es decir, para librarse del autosabotaje, es necesario nutrir una autoimagen positiva que incite la autoconfianza y el amor propio a través del autoconocimiento, de la inteligencia emocional (que ayuda a controlar las emociones) y de la implementación de hábitos positivos (que ayudan a cuidar nuestro humor).
Thaiana explica que, al darle un sentido más optimista a sucesos pasados y presentes de la vida, la persona logra cambios en su estado de humor y en el carácter de sus emociones. “Con el humor ajustado, se vuelve más fácil y posible enfrentar los desafíos de la vida y hay más motivación para las acciones que se deben adoptar. Usted sabrá identificar los pensamientos saboteadores y tendrá las herramientas necesarias para cambiar esta percepción”, aclara.
Thaiana revela que “solo por medio del autoconocimiento la persona será capaz de identificar lo que la motiva o le molesta, le da miedo o la deja insegura, pero, principalmente, cuando los pensamientos destructivos sean irreales, una distorsión de la verdad”.
Según Thaiana, “para que el autosabotaje permanezca controlado y minimizado, es importante y conveniente que usted entienda sus creencias y su forma de ver al mundo. Muchas veces, las creencias y los valores limitantes solo existen en su mente, y, debido a eso, las consecuencias negativas suceden en su vida”, concluye.
La fe
Esto va al encuentro de cómo la persona encara su fe, como el obispo Macedo, en una ocasión, explicó en una prédica en Soweto, Sudáfrica: “La fe no es un sentimiento, no es una emoción, aunque usted esté bien o mal. Usted debe usar su palabra para lanzar ese problema hacia fuera de su vida. Por más que usted tenga muchos problemas, debe decir: ‘Dios está conmigo’. Con eso en su mente, puede transformar lo que parece ser una situación adversa en un hecho positivo”.
Algunas señales de autosabotaje
Las adicciones: muchas veces, la persona se sabotea a causa del uso frecuente de drogas, de alcohol y de la compulsión alimentaria.
La negatividad: uno de los principales síntomas es ver siempre el lado negativo de cada situación. Esto hace que la persona no aproveche sus logros, no vea su progreso y no crea que cosas buenas suceden en su vida. Esta actitud produce una pérdida de enfoque y hace que la persona no direccione su atención de la manera adecuada.
El miedo a equivocarse: hasta cierto punto, el miedo puede ser saludable, porque evita que nos arriesguemos en situaciones de peligro, pero el que se vive saboteando tiene un miedo constante a equivocarse. Deja de asumir tareas porque cree que no sabrá desempeñarlas o cree que no es digno de ellas.
La procrastinaría: Tal vez esta sea la señal más clásica. Porque interfiere en la productividad y en la performance personal y profesional. El resultado es un elevado nivel de estrés que se genera por apartarse de los objetivos y por tener que prestar cuentas de muchas tareas al límite del plazo.
La autosuficiencia exagerada: querer cumplir con todo hace que la persona sienta que tiene el control, pero también la sobrecarga. Por querer mantener un patrón de resultados, no delega funciones. Más adelante, la excusa por el fracaso será: “No pude hacer todo solo”.
La comparación con los demás: el pasto del vecino siempre parece más verde, pero no sabemos cómo es la vida del otro porque no estamos todo el día con él. Esto hace que creamos en una inferioridad que se produce en nuestra mente, pero que no existe.
Fuente: Thaiana Brotto, psicóloga.
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