Rocío nos relata que, desde su infancia, estuvo marcada por problemas espirituales y familiares: “Desde los 9 años veía familiares muertos, por semanas me encerraba en mi casa. Mi mamá no me creía, me llevaba a médicos y a curanderos, me hacían tomar pastillas, pero nada funcionó”. Ella creció y lejos de mejorar, se refugió en los vicios: “Tuve una pareja a los 17 años, con él tuve a mi primer hijo, pero, por problemas económicos y agresiones, todo terminó.
Conocí a mi actual esposo, pero él estaba en los vicios. Queríamos matarnos, llegué a rociarlo con nafta. Un tiempo después, me confesó que planeaba matarme a mí y a nuestros hijos. Nuestra hija estaba enferma de asma, llegó a estar internada y tener paros respiratorios.
Llegamos a la Universal, por la invitación de mi cuñada. Nos impactó porque el pastor estaba hablando de lo que nos estaba pasando. De fumar, hasta 50 cigarrillos, me empezó a dar asco. Los problemas espirituales desaparecieron. Mi hija se sanó, hay paz en casa, estamos creciendo económicamente y somos felices”, concluye.
[related-content]