“El que venciere heredará todas las cosas, y Yo seré su Dios, y él será Mi hijo.” (Apocalipsis 21:7)
Nadie se vuelve vencedor o perdedor sin haber competido. Como conquistador, al vencedor no le importa ni un poco la suerte. Al contrario, sabe que la conquista del trofeo depende exclusivamente de su desempeño personal, de su dedicación total y de sacrificios pesados.
Acompañe la vida de los deportistas vencedores y verá que cada uno de ellos entrena hasta seis horas diarias. Súmese a esto las rigurosas dietas, la ausencia a las discotecas y el alejamiento de los “amigos” que no le convienen. Todo a causa de la gloria de una medalla que perece.
Si contaran con la suerte, no entrenarían. Perderían el tiempo hasta el día de la decisión.
Pero los sabios, los que tienen la visión de la Grandeza del Señor Dios, sacrifican por la gloria infinita, incorruptible y eterna.
Vea algunas de las razones para conquistarla:
1 – “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.” (Apocalipsis 2.7);
2 – “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” (Apocalipsis 2.11);
3 – “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus ángeles.” (Apocalipsis 3.5);
4 – “Al que venciere, le daré que se siente Conmigo en Mi trono, así como Yo he vencido, y Me he sentado con Mi Padre en Su trono.” (Apocalipsis 3.21)
Haga clic aquí y vea el mensaje anterior.
Vale la pena esforzarse, sacrificar y dedicarse por completo a la búsqueda de la gloria eterna.
Para aprender más sobre la Salvación, participe de la Noche de la Salvación, que se realiza todos los miércoles a las 20h en la Universal. Haga clic aquí para encontrar la dirección de la iglesia más cercana a usted.
(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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