Miriam estaba enfurecida, creía que su marido, Omar, le estaba siendo infiel, no soportaba la situación. Entonces comenzó a recordar cuando él le confesó que la había engañado, de su angustia cuando ella decidió separarse, de la tristeza de alejar a su hija del padre. También de cómo, arrepentido, le pidió perdón y le suplicó que volvieran a estar juntos. No quería pasar otra vez por lo mismo, otra vez sentirse despreciada, humillada por el amor de su vida, ahora tenía dos hijos y ellos sufrían en silencio los maltratos de su madre, insegura de sí misma. Miriam fue hasta la habitación de su beba , quizás encontraría en ella consuelo y entereza para volver a enfrentar a su marido. De repente una enorme ira la invadió, tenía a su hija en brazos y quería vengarse, no soportaba más tanto sufrimiento, estaba a punto de golpearla contra la pared para matarla, para que su marido se sintiera culpable, en ese momento su suegra entró y ella se desvaneció.
Al día siguiente no recordaba nada, su familia le explicó lo que había pasado, ella no dejaba de llorar, su marido no entendía nada, todo era desesperación e incertidumbre. Entonces, creyeron que no había solución para su familia, pero en el momento más difícil surgió una esperanza…
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