Los pensamientos bombardean todo el tiempo, sentimentalismos, inseguridades, miedos, temores, complejos. La lista es grande e impresionante, sin duda, la mayor guerra a trabar es la existente dentro de cada uno de nosotros, pues vencerse a sí misma requiere sacrificio, determinación y renuncia.
Tenemos que derrotar diariamente nuestras voluntades y deseos, vencer los malos pensamientos, los malos ojos, arrancar el odio y el rencor del corazón. Además, debemos dejar de lado el mal genio, ya que ha sido una pieza de tropiezo para muchos. Existen personas que cuando son contrariadas, dan respuestas atravesadas y ponen mala cara, simplemente porque no logran controlar sus propias actitudes. Pero, ¿cómo vencer esa guerra constante existente en nuestro interior?
Aquellos que están dispuestos a agradar a Dios en todo, volviéndose conscientes de esa lucha de la carne contra el espíritu, con seguridad vencerán. Pues la Palabra de Dios deja claro eso cuando dice: “Pues el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció.” (2 Pedro 2:19) y “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, el que domina su espíritu que el conquistador de una ciudad.” (Proverbios 16:32)
(*) Texto extraído del blog de Tânia Rubim.
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