“Mi nombre es Rebeca y tuve la oportunidad de conocer el Templo de Salomón. No fue fácil, pero invertí para viajar, sabía que lo extraordinario sucedería, eran muchas las expectativas y mi propósito era uno solo, ser renovada espiritualmente.
Llegué al Templo de Salomón una hora antes y esperé a que abriesen las puertas. Durante la espera pude observar la grandeza de Dios y lo hermoso del lugar, fue algo grandioso.
La santidad del lugar invadió mi ser, en el momento del ingreso, recordé la promesa “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”, (Marcos 8:36), eso me llenó de temor y las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro. Agradecí el cuidado y el amor de Dios para conmigo.
Cada uno vivió su experiencia, pero de los testimonios que escuché todos coincidimos en lo mismo, el Templo de Salomón es extraordinario y es símbolo de la santidad y el sacrificio”.
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