Josefina Hizon de 70 años, residente en Manila, capital de Filipinas, es un ama de casa sin vivienda, así como centenas de habitantes. Cuando el año de 2015 comenzó, ella fue una de las tantas personas que luchaban contra el fuego, huían del fuego y lloraban por el fuego.
Filipinas está formada por más de siete mil islas, que abrigan a una población necesitada, viviendo en condiciones precarias. Más allá de la falta de saneamiento básico, las instalaciones eléctricas son improvisadas y peligrosas – por eso, los incendios son frecuentes.
Entre los días 31 de diciembre y 1 de enero, diversos focos de incendio fueron registrados en varias ciudades, hiriendo a centenas de personas y matando a algunas de ellas. Los voluntarios de la Universal, conociendo las condiciones del país y el gusto por los fuegos artificiales – especialmente en la fiesta de año nuevo -, estaban listos para ayudar a las víctimas de los incendios ocurridos en los distritos de San Andrés y Las Piñas.
“Cuando llegamos a una de las áreas afectadas por el fuego, encontramos a personas desesperadas, perdidas y sin saber que hacer”, cuenta el pastor Thaygor Pereira, uno de los primeros en llegar a las zonas necesitadas. “Llevamos una palabra de fe, de ánimo y de esperanza. Pudimos notar inmediatamente un cambio en el semblante de las personas”, dice.
La señora Josefina era una de esas personas. Para ella, más que las donaciones de ropa y alimentos, lo que la Universal le llevó en aquella noche fue la fuerza para seguir viviendo.
“Mi familia y yo estábamos desesperados porque perdimos todo lo que teníamos”, cuenta. “Pero cuando el pastor Thaygor Pereira llegó con su equipo de voluntarios, me sentí consolada. Trajeron con ellos la esperanza a través de la Palabra de Dios. Hoy estamos luchando para reconstruir nuestra casa y reconquistar todo lo que perdimos”, relata.
Atención a los jóvenes
“La fe sin obras es muerta”, define el pastor Thaygor Pereira. Y por eso la Universal se esfuerza para transformar la vida de los filipinos. En el país desde 1995, actualmente el trabajo evangelístico se enfoca en visitas a casas, hospitales, cárceles, zonas carenciadas y principalmente, en ayudar a las víctimas de desastres frecuentes, como tifones, inundaciones e incendios.
“La mayoría de las personas viven en una situación de extrema pobreza, sin ninguna perspectiva de cambio”, explica el pastor Guillermo Munhoz, actual responsable por el trabajo de la institución en el país.
Más allá de toda la ayuda material y espiritual, la Universal dedica una atención especial a los jóvenes, incentivándolos a invertir en la capacitación personal. “Hacemos un trabajo de combate a las drogas, apoyamos las prácticas deportivas saludables y realizamos reuniones semanales para promover la fe. Así la juventud estará lista para mejorar el país”, concluye el pastor Munhoz.
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