Es un verdadero dilema, por un lado queremos invertir en nuestro espíritu, por otro no podemos descuidar los estudios y nuestra vida profesional, ya que tenemos personas que están esperando las primeras señales de fanatismo para juzgar nuestra fe.
Cuando conocí la Universal tenía 13 años, y mis notas en la escuela eran pésimas. Pero cuando me fue revelada la fe racional en el Dios vivo, descubrí una razón para vivir. Nada más me importaba, participaba de las reuniones diariamente. Pero mis notas continuaban bajas, y mi familia me exigía buenos resultados. Comencé a empeñarme en mis estudios, dejé de ir a algunas reuniones, mejoré un poco las notas y comencé a trabajar, todo eso me llevó otra vez al mismo dilema. Tuve que recurrir a Dios. Necesitaba una respuesta urgente. Y la encontré: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.”, (1º Corintios 10:31). Determiné para mí misma una regla:
–Mi compromiso es con Dios, mi fe es la primera responsabilidad, el resto tendrá que encajar en la “agenda”.
–El resto del tiempo es para glorificar a Dios también. Toda mi vida es para servirlo.
Eso no quiere decir necesariamente que faltará al trabajo para poder ir a la reunión de la iglesia. Pero buscaré constantemente el equilibrio, pues si mi intención es agradar a Dios, el Espíritu Santo me dará ese equilibrio y la sabiduría necesaria para actuar de la forma correcta.
Fuente: vivianefreitas.com