¿Removido, promovido, conmovido o movido? Con esta pregunta, el pastor Sandro se dirigió a los obreros de todo el país que participaron de la Vigilia de la Consagración, realizada el pasado viernes 8 en Almagro.
“En la Obra de Dios, alguien que presente problemas de carácter, falta de conducta, mal comportamiento, testimonio inadecuado, carnalidad o cualquier otro problema que le impida continuar en sus funciones, tendrá que ser removido y comenzará a recibir ayuda espiritual y el acompañamiento del obispo, pastor y esposa, para no perder su Salvación. Para no ser removido de la Obra de Dios, lo mejor que se puede hacer es remover el problema, el dolor, la debilidad y el desánimo: ‘Aparta pues, de tu corazón el disgusto y remueve de tu carne el dolor’, (Eclesiastés 11:10).
Si hablamos de ser promovidos, decimos que si hacemos la Obra de Dios diligentemente, con humildad y fe de obedientes convertidos, seremos promovidos a salvos en el Reino de los Cielos. La promoción más ventajosa que tendremos o poseeremos es nuestra Salvación eterna.
Los conmovidos son los que frente a las situaciones más difíciles de la vida, en lugar de poner en práctica la fe racional e inteligente, se dejaron llevar por las emociones y sentimientos y se aterraron fácilmente.
No debemos jamás permitir que las emociones invadan nuestro corazón, impidiéndonos así usar la fe racional: Quien se permite actuar por el corazón reaccionará de manera sentimental, se conmoverá fácilmente.
Finalmente, en la Obra de Dios, aquellos que están llenos del Espíritu Santo son movidos por Él, inspirados y también dirigidos. Por eso es que deben hacer la diferencia. Es el Espíritu Santo Quien nos mueve, es Él Quien nos usa y nos capacita para realizar Su tan Gran Obra.
Todos nosotros los que somos movidos por el Espíritu Santo, debemos usar nuestra autoridad espiritual para que las personas sean curadas, liberadas, para que se conviertan y principalmente sean salvas.
El Espíritu Santo se mueve, y nunca para, y es así que tenemos que ser y hacer, nunca debemos parar de evangelizar, visitar, rescatar, atender, acompañar y hacer la Obra de Dios. Este mover del Espíritu Santo en nosotros hace que constantemente crezcamos en Su Obra”.
Luego, el pastor invitó a todos los que reconocían no haber sido sinceros y necesitaban remover de su vida cosas que no están bien, a acercarse al Altar para buscar la ayuda de Dios y consagrar su vida a través de la sinceridad para con Él.
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