Ella salía a trabajar todos los días. Era el tipo de mujer que además de ser una buena profesional, cuidaba bien de la casa, de sus hijos y del marido. Después de un tiempo, comenzó a engordar. Por eso, empezó a sentirse tan mal, que abandonó su empleo.
Como si fuera poco el exceso de peso, le creció bello en el rosto, en la espalda, empezó a tener picazón y erupciones en la piel.
Ni ella, ni su familia imaginaban las causas de esas extrañas señales en su cuerpo. Fue entonces que le pidió a su esposo que la llevara al médico, pero él le contestó que se estaba preocupando sin tener motivos.
Pasaron los días, hasta que la hija del matrimonio vio a su padre triturando pastillas; su plan era hacer que la mujer se sintiera fea y que no saliera más de su casa, pero fue descubierto.
El hombre implicado en el caso, un británico, admitió que administraba esteroides a su esposa, con la intención de que se sintiera mal con su propia apariencia y, provocar que dejara el trabajo para quedarse en su casa cuidando de la familia.
Sensación de impunidad
Este caso de abuso doméstico es solo uno, de los innumerables que surgen diariamente en todo el mundo. Existen registros de violencia más graves cometidas por hombres, como agresión física y verbal, malos tratos e incluso muertes. Mientras que las víctimas se ahogan cada vez más en la angustia, miedo y sensación de que nadie las puede ayudar.
Para dejar una idea del problema que se vive solo en nuestro país, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema argentina publicó que el 87% de los denunciados son hombres. Que mueren más de cuatro mujeres cada semana víctimas de la violencia y afecta a todas las clases sociales, en todas las provincias argentinas.
La OVD comenzó a recopilar estadísticas sobre las denuncias y certificó que ocho de cada diez víctimas son mujeres, y de ellas, el 19% son menores de 18 años. En muchos casos, las denuncias incluyen la aplicación de distintos tipos de violencia en forma simultánea. En el 91% de los casos se incluyó la violencia psicológica; en el 67%, la violencia física; en el 37%, violencia económica; y en el 13%, la violencia sexual.
En una inmensa mayoría de los casos, los presuntos agresores tienen una relación de pareja con sus víctimas: 33% son ex parejas; 26% concubinos y 25% cónyuges. En el 9% de los casos hay relación filial entre la víctima y en un 2%, existe además un vínculo fraternal.