Todo ser humano tiene proyectos, planes, sueños, metas, objetivos, y algunos incluso tienen poder en este mundo, adquirido por un diploma, un concurso, un mandato, etc. Todo eso tiene valor hasta que esa persona es alcanzada. Cuando eso sucede, todo lo que ella tiene pierde valor y pasa a valer quien ella tiene.
En Su ministerio terreno, el Señor Jesús tenía poder, fama, seguidores, etc., pero, cuando Él fue alcanzado (Cruz, Túmulo), entró en escena Quien Él tenía, y así superó la muerte.
El Señor Jesús usó la geografía de Israel para diseñar el camino seguro para los que desean apoderarse de la armadura de Dios en la Persona de Su ESPÍRITU, cuando dijo:
… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la Tierra. Hechos 1:8
¿Cuál es la razón para que sean mencionadas esas ciudades en esta promesa? Tomando en cuenta que, al recibir el poder de Dios, podemos ser testigos en cualquier lugar, ¿qué existe de oculto en esas ciudades que, una vez pasando por ellas, somos aprobados como testigos hasta los confines de la Tierra?
Jerusalén – Simboliza la Iglesia. Es testificar entre los que creen, entre los que profesan la misma fe. Aparentemente, es la ciudad más fácil de ser superada, pero es donde muchos caen por la falta de disciplina, discrepancia en las alianzas, malos ojos con el liderazgo, etc.
Judea – El gran Desierto de Israel. La expresión “estoy enfrentando un gran desierto” es un dicho común en el mundo de la fe. Es en este lugar que tenemos que mantener la buena batalla, en situaciones que no elegimos enfrentar, en momentos que no elegimos vivir. Delante del día malo, surge el testigo del Señor.
Samaria – Hasta los días de hoy los samaritanos no se dan con los judíos. Samaria es una ciudad controlada por la autoridad palestina donde los judíos no entran. Simboliza mantener el testimonio entre los que no están de acuerdo con nuestra fe, entre los que intentan debilitarnos, desmotivarnos y desviarnos. Sucede en la familia, en la escuela, en el trabajo, etc.
Estos tres ambientes son comunes e inevitables en nuestra vida, a causa de eso, el Señor Jesús dejó muy en claro que, siendo aprobados en ellos, seríamos Sus testigos hasta lo último de la Tierra.
¡Shalom!