Zoe: “Cuando tenía 13 años, mis papás se separaron. Entonces, empecé a actuar con rebeldía y a tener malas compañías. Me escapaba de mi casa para salir, conocí la marihuana, el alcohol y la noche. Estaba más tiempo en la calle que en mi casa. Trataba de llenar ese vacío con amistades y con salidas. En mi casa había muchas peleas y tanto yo como mis hermanos empezamos a revelarnos.
Luego formé pareja y tuve a mi primera hija. Ella era nerviosa, incluso en la adolescencia sufrió de anorexia nerviosa. Yo amaba a mi hija, pero nunca pensé que me iba a poner violenta con ella. A veces, le pegaba sin motivos cuando era chiquita.
Después me fui a vivir con quien hoy es mi esposo, él tenía problemas de vicios. Yo sabía que fumaba marihuana, pero no sabía que lo hacía prácticamente todo el día. Eso hizo que empezáramos a discutir. Yo quería un cambio en mi vida, pero no lo encontraba. Cada vez ese vacío era más grande.
Mi hermano me invitó a ir a la Iglesia Universal. Llegué destruida, empecé a perseverar en las reuniones y comencé a ver el cambio en mí. Hoy mi vida es totalmente diferente. No tengo ningún vicio, ni síntomas de abstinencia, ni deseos de consumir. Al contrario, siento rechazo si siento olor a cigarrillo. Hoy mi vida cambió. Gracias a Dios estoy libre, ya no dependo de los vicios para estar bien”.
Participe del Tratamiento para la Cura Definitiva de Todos los Vicios, a las 15 h, en la Universal más cercana de usted.