La mayoría de las historias de la Biblia tuvieron como escenario el área que Israel ocupa en la actualidad. Puede, a primera vista, parecer un territorio muy pequeño en el cuadro internacional, pero tiene mucha importancia si analizamos la estrategia de Dios en su elección.
Aunque pequeño, Israel ocupaba un área estratégica en relación con las que podríamos llamar “las superpotencias del mundo antiguo”. El Señor mostró Su soberanía sobre los hebreos, que se establecieron poderosamente en esa estrecha faja de tierra en la costa este del Mediterráneo, y de ella irradió Su gloria a los reinos vecinos, que a su vez continuaron divulgando la Palabra por sus dominios hacia el resto del mundo. Todos fueron influenciados: socios comerciales, migrantes incluyendo a invasores y conquistadores – recuerde que Daniel fue un importante divulgador del poder de Dios mientras su pueblo era esclavo en Babilonia y como el Imperio Romano se curvó al cristianismo que tan ferozmente combatió.
De ese modo, el pequeño Israel fue el punto central para que Dios se revelara a todo Oriente Medio, a partir de él, a los principales pueblos que influenciaron la cultura de todo el planeta.
Las regiones y sus pueblos
El Imperio Heteo, por ejemplo, se situaba en la actual Turquia, en un territorio que se extendía en dirección a Siria y al norte de la Mesopotamia, entre los ríos Tigre y Eufrates. En el comienzo de la época civilizada del Antiguo Testamento, los heteos dominaron Canaá con frecuencia. Aunque eran feroces guerreros natos llamaban la atención por el alto nivel de desarrollo en cuanto a las artes, la arquitectura y las leyes. Fueron los primeros en dominar la ciencia de refinación del hierro, por ejemplo, que impulsó varias culturas. Fue a ellos que Abraham compró las tierras en que él y su familia fueron sepultados (Génesis 25:10).
Egipto abrigó una de las más antiguas civilizaciones de la tierra. Fundado hace más de 5 mil años en las orillas del río Nilo, era una de las grandes potencias políticas y financieras del planeta. Debido a ese famoso río que lo mantiene hasta hoy, raramente pasó por períodos de escasez – por buenas administraciones. En algunos momentos, el pueblo de Dios vivió allá, en momentos de crisis. Los egipcios entraron en contienda muchas veces con los hebreos por las tierras y las rutas comerciales, llegando a esclavizarlos (como muestra el libro de Éxodo). Moisés, antes de llevar a su pueblo a la Tierra Prometida, fue usado para mostrar el poder de Dios a sus captores en muchas oportunidades, hasta que lograron la tan deseada libertad.
Los sumerios habitaron al sur de la Mesopotamia por más de 3 milenios. Habitaban varias ciudades- estado, que peleaban entre sí continuamente por las fuentes de agua. Una de esas ciudades – una de las más poderosas – era Ur, ciudad de origen de Abraham, que de allá salió para una vida nómade por orden de Dios. Ese pueblo desarrolló actividades como la agricultura, el comercio, la matemática, el arte, la arquitectura, la astronomía y hasta la escritura, en su origen cuneiforme (símbolos grabados en arcilla con objetos en forma de cuña). Es muy curioso saber que uno de los primeros difusores del Dios Todopoderoso fue separado de un gran pueblo politeísta, elegido para mostrarle a todos el verdadero Señor. Y, a través de Abraham, el Padre tuvo el cuidado de poblar toda la tierra con sus muchos descendientes.
El Creciente Fértil era una gran región que se extendía desde el Nilo hasta la Mesopotamia, pasando por la costa del Mediterráneo, constantemente codiciado por varios pueblos.
La Mesopotamia fue cuna y hogar de varias culturas importantísimas para las épocas del Antiguo y del Nuevo Testamento: sumerios, caldeos, asirios, babilonios, persas y arameos – de quien surgió el arameo, idioma que se volvió la “lengua internacional” de esa época, siendo hablado por Cristo.
El Mar Mediterráneo era, como es hasta hoy, una importante unión entre países y continentes. Por él, invasores y migrantes pasaron difundiendo la creencia en Dios – como Pablo, que emprendió por él varios viajes hasta el fin de su ministerio. Por él, la Palabra llegó, por ejemplo, a Europa y fue llevada por sus colonizadores al Nuevo Mundo (América y Oceanía) a lo largo de los siglos.
Todos esos lugares y pueblos fueron muy importantes, pero no podemos olvidarnos de los Imperios Griego y Romano, que dominaban a varios de ellos. Líderes y subditos de Roma y de Grecia tuvieron contacto con la Palabra, y no salieron indemnes a ella, contribuyendo significativamente en su difusión por el mundo antiguo, con reflexiones para las otras eras.
De un pequeño punto al mundo entero
A partir de esas naciones de inicio politeístas, Dios llamó a un único hombre (Abraham), que abrió camino a muchos lugares y pueblos, ya existentes u originados justamente de sus viajes. Podemos decir, de esa manera, que la historia de la Biblia comenzó (excepto la Creación del Universo y de los seres vivos, claro) con los primeros pasos de Abraham, ganando así el mundo entero directa e indirectamente.
Mirando de ese modo, Israel ya no parece tan pequeño como puede parecer en el mapa. Fue el punto estratégico de donde partió el conocimiento sobre el Señor Soberano de todas las cosas, para que todas las naciones del mundo Lo conozcan.