Moldavia es un pequeño país de Europa Occidental, con 4 millones de habitantes, ubicado entre Ucrania y Rumania. Una gran comunidad de monjes y monjas divida en 30 monasterios locales, subordinados a la Iglesia Ortodoxa Moldava. Según el censo del 2004, más del 90% de la población es ortodoxa.
Actualmente, Moldavia está entre los países más pobres de Europa. De acuerdo con los informes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), es un lugar de “crimen generalizado y actividad económica subterránea”. Además, el país es conocido por los comerciantes de esclavos como el “motor” de la industria del tráfico sexual de Europa. Entre 1991 y 2008, 400 mil mujeres fueron víctimas de trata en Moldavia.
Aun siendo un desafío la entrada de una iglesia brasileña y que profesa la fe cristiana en un país como ese, la Universal rompió las barreras de los prejuicios religiosos, e inauguró el primer templo en el lugar en el 2011, en Chisináu, capital de Moldavia.
“Al principio existía una cierta resistencia de los habitantes debido a las creencias del país. Sin embargo, cuando las personas comienzan a participar de las reuniones, notan resultados positivos en sus vidas y ven nuestro sincero deseo de ayudarlas. Inmediatamente los muros son derribados”, cuenta el pastor Luciano Silva, que asumió la dirección de la Universal en el país, un año después de la inauguración.
La discriminación es solo una de las muchas batallas trabadas, especialmente por pastores extranjeros, que reciben la misión de predicar el Evangelio. “Llegué soltero a Ucrania, sin saber decir una sola palabra en ruso. Lo difícil no es haberme ido de Brasil, sino permanecer en la fe en un lugar tan diferente, ignorando los sentimientos. He aprendido mucho con otros pastores que se dedicaron por completo a ese pueblo tan sufrido, sin importar el frío de menos de 25 grados o cualquier otra cosa”, destaca el pastor, ahora casado.
Actualmente, ya establecida en el país, la Universal tiene un papel fundamental en la vida de los que sufren problemas en la familia, causados por la pobreza y el alcoholismo. Con miembros ucranianos y moldavos, los voluntarios realizan diversos trabajos sociales, como visitas a orfanatos, asilos y recaudación de prendas de ropa para estos lugares. Sin olvidarse de la parte espiritual. “Llevamos siempre una palabra de fe y motivación. Realizamos reuniones especiales para esas personas.”
Una nueva historia
Los cambios positivos en las vidas de los miembros refuerzan la intensidad del trabajo de evangelización en el país. El joven Kostia Lascu (foto), de 24 años, es el resultado de las enseñanzas de cómo poner la fe en acción. “Yo era una persona muy acomplejada y mi vida sentimental estaba destruida. Recurrí a las drogas y me volví muy agresivo. Incluso me mostraba fuerte frente a mis amigos, pero cuando llegaba a casa me derrumbaba.”
Kostia ya no sabía qué hacer, hasta que golpeó la última puerta. “Llegué a la Universal y, poco a poco, noté un cambio. Dejé las drogas y hoy tengo una vida completamente transformada. Estoy prosperado y también realizado sentimentalmente.”
Y usted, ¿qué desafíos enfrenta para predicar el Evangelio? No deje de compartir su opinión en los comentarios de las redes sociales.
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