Me llamo Felipe y tengo 21 años. Soy hijo de pastor aquí en Bahía, y estoy como obrero hace 8 años. Pero eso no me sirvió de mucho cuando me puse mal.
En los últimos días tuve que ponerle fin a una relación de un año. Yo sabía que era lo correcto, pues mi fe no lo aprobaba. Pero mi yo estaba muy fuerte. Entonces, lo sentí mucho y por estar mal en mi vida espiritual, terminé por quedar mal como nunca.
Me quedaba encerrado en la habitación y no quería hacer nada más. Iba a la iglesia, asistía a la reunión, pero era como si no estuviese allí. Solo yo sabía lo que sucedía conmigo.
Un día me acerqué al pastor responsable por los hijos de los pastores de aquí y le dije que no podía decir lo que era, pero que había sido forzado a tomar una decisión y estaba mal, pues la guerra era grande. Él me dijo que aunque no lo supiésemos ahora, más adelante Dios nos mostraría el motivo de Su preocupación por nosotros.
Entonces, un jueves, yo estaba en mi habitación y agarré la tablet. Digité YouTube: “Obispo Macedo”. Encontré un mensaje del Ayuno de Daniel pasado. Y después de la prédica, usted dijo que colocásemos una silla representando al Trono de Dios y nos arrodillásemos adelante. Y dijo que, si fuésemos sinceros, Él descendería.
Obispo, fue algo tan magnífico, tan grandioso, ¡que recuerdo la sensación perfectamente! Fue como si el propio Dios hubiera descendido y hubiera colocado Sus manos sobre mí. Ya hacía años que no me sentía tan renovado y tan cercano a Dios. Y no fue solo eso. Comencé a ponerme el uniforme, a orar, a ayunar y a leer la Biblia como nunca lo había hecho.
Resumiendo: Hoy, mientras escribo este mensaje, me siento la persona más feliz de este mundo. Mi único arrepentimiento es no haber tomado esta actitud antes, pero me estoy arrojando en los Brazos de Dios. Y en este Ayuno de Daniel daré toda mi fuerza para estar cerca de Dios, pues no existe nada mejor.
Obispo, ¡muchas gracias por ser tan usado por Dios y bendecirnos!
Agradezco con mi vida que usted esté haciendo este trabajo.
¡Que Dios lo bendiga mucho! Y permanezco haciendo lo máximo que puedo para contribuir, que es orando cada día por usted.
¡Todo lo bueno para usted y su familia!
Felipe