¿Quiere identificar al hipócrita para huir de él?
¿Quiere saber si la persona es de Dios para formar una familia?
¿Quiere saber si su novio/a es de Dios?
¿Quiere saber si la persona es de Dios para hacer una sociedad?
¿Quiere saber si el predicador es de Dios para escuchar su voz?
¿Quiere saber si la iglesia es dirigida por el Espíritu de Dios?
¿Quiere saber si su compañero de iglesia es de Dios?
Acá va el consejo:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”, (Mateo 16:24).
Sacrificio, sacrificio y sacrificio.
Verdaderamente, esa es la única actitud que separa:
Al verdadero seguidor del falso;
Al sincero del hipócrita;
Al fiel del infiel;
Los escogidos de los llamados;
Los que sirven a Dios de los que no Le sirven.
¡No hay forma!
Los hijos de la carne odian sacrificar.
Saben que el sacrificio exige coraje para la entrega total e incondicional. Y por causa de la cobardía, huyen.
Dudo que el hipócrita tenga coraje de Negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús.
¿Sabe por qué?
Porque el hipócrita quiere todo listo, quiere vagancia, facilidad, en fin, ventajas personales. Sólo piensa en sí mismo.
Los hipócritas consideraban la ofrenda más importante que el altar.
Jesús preguntó:
“¡Necios y ciegos! Porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?”, (Mateo 23:19).