Cuando el Señor Jesús le dijo al joven rico que vendiera todo, lo diera a los pobres, tomara la cruz y Lo siguiera, los discípulos quedaron admirados.
Cuando Él dijo que difícilmente un rico entraría en el Reino de los Cielos, ¡se sorprendieron aún más!
Y preguntaron: ”¿y nosotros?”. Ellos eran carnales, no habían sido sellados con el Espíritu Santo y, probablemente, después de ver tantos milagros, como la multiplicación de los panes y los peces, imaginaban una gran recompensa.
El Señor Jesús prometió 100 veces más de todo lo que habían dejado y, después, la vida eterna.
Esto debe haber aliviado la tensión, sin embargo, más tarde, cuando se convirtieron, ellos entendieron el significado de ”100 veces más” para los siervos.
Poco después, el Señor anunció que iría a Jerusalén y atravesaría todo tipo de violencia y luego la muerte y la resurrección.
Una vez más, aquellos hombres naturales vieron que tenían que resolver otro problema. Para ellos, el problema terrenal ya se había resuelto con ”100 veces más”. Ahora, antes de que el Señor partiera, querían decidir sobre la posición de cada uno en el cielo.
Vea que quien aún no ha nacido del Espíritu, nunca está satisfecho. ¡Solo ir al cielo ya sería motivo de gozo para siempre!
Cuando los nacidos del Espíritu miran lo que dejaron atrás y lo que están viviendo en cada lugar, incluso con toda dificultad, ven cumplirse lo que está escrito.
Ya he vivido, como pastor, en más de 30 lugares. Y adonde la iglesia envía a un pastor, allí él encontrará un hogar. Por lo tanto, tiene más de 100 casas. Allí tendrá ”madres” que se preocuparán por su bienestar; hijos en la fe para criar; hermanos para convivir, en fin, el ”100 VECES MÁS” se cumple, hasta hoy, en la vida de los siervos de Dios.
No tengo nada, ¡solo 100 veces más!
Mediten en Marcos 10:17-45.