Muchos ya saben que hay poder en la palabra que sale de nuestra boca. Usted siempre dirá lo que está dentro suyo, el resultado de sus pensamientos. Y si fueran negativos, generarán palabras negativas, sean de usted mismo, de situaciones o de otras personas. Pero, quién nunca se encontró diciendo algo totalmente contrario a la fe, que tire la primera piedra.
La lista de abajo fue publicada por el escritor cristiano Don Gossett en 1.976, pero es muy actual para todos aquellos que quieren alcanzar la victoria. Vea las frases que NUNCA más debe decir:
– Nunca más diré “no puedo”, porque “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4.13)
– Nunca más diré que “no tengo”, porque “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Filipenses 4.19), y “… porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4.4)
– Nunca más diré “tengo miedo”, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1.7)
– Nunca más diré “tengo dudas o falta de fe”, porque yo tengo “la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12.3)
– Nunca más diré que “soy débil”, porque “el Señor es la fortaleza de mi vida” (Salmo 27.1), y el “pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.” (Daniel 11.32)
– Nunca más diré que “estoy derrotado”, porque Dios “nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2.14)
– Nunca más diré que “no tengo sabiduría”, porque “por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría” (1 Corintios 1.30)
– Nunca más diré que “estoy enfermo”, porque “por Su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53.5), y “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” (S. Mateo 8.17)
– Nunca más diré que “estoy preocupado”, porque estoy “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pedro 5.7). En Cristo estoy libre de preocupaciones.
– Nunca más diré “estoy preso”, porque “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Corintios 3.17). Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
– Nunca más diré que “estoy condenado”, porque “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8.1). Estoy en Cristo, por lo tanto, estoy libre de condenación.
¿Usted estaba diciendo alguna de estas frases? A partir de ahora ¿va a elegir lo que va a decir?
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