A menudo, cuando se habla de la opresión maligna, hay muchas personas que no entienden lo que esto significa realmente. Y, a causa de este desconocimiento, surgen inquietudes que las dejan más confundidas de lo que estaban.
Por eso, para comprender mejor lo que es la opresión maligna, es necesario destacar, primero, que el ser humano está formado de cuerpo, alma y espíritu.
El cuerpo es la materia, lo físico, mientras que el alma es el interior de la persona, su esencia y sus emociones. Por otra parte, el espíritu es lo que le permite pensar y razonar; y es justamente ahí donde el diablo pretende entrar en acción.
Satanás conoce el rol de la mente del ser humano y sabe bien que controlará todo lo demás si logra dominarla. Por este motivo, las fuerzas del mal buscan, constantemente, un espacio, alguna brecha que les permitan entrar y hacer estragos en su vida. De esta manera, lo inducen a tener pensamientos destructivos, dañando su salud, denigrando su moral, incitándolo a pecar contra Dios y, consecuentemente, a alejarlo de Él para que no lo acepte y pierda su Salvación.
Así está escrito en las Sagradas Escrituras:
«Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar», 1 Pedro 5:8.
Lamentablemente, la ignorancia sobre este asunto ha llevado a muchas personas al fracaso absoluto, incluso, a la muerte.
Un domingo especial
Si nota que el caos que hay en su vida es un reflejo de lo que está su mente, si tiene pensamientos destructivos, si padece de insomnio o depresión o si siente la presencia de un ser oscuro que no lo deja en paz y usted quiere ser libre, participe de una reunión especial y reciba el Aceite Señales y Prodigios por la liberación espiritual.
Cuando usted se unja con este elemento sagrado, que fue bendecido en el Monte Sinaí, será libre de los tormentos espirituales a través de su fe.
Lo esperamos el domingo 17 de marzo, a las 9:30 h, en el Templo de los Milagros, Av. Corrientes 4070, Almagro, o en la Universal más cercana a su domicilio.
«… Pero resistidle firmes en la fe…» 1 Pedro 5:9