El obispo Edir Macedo y Ester Bezerra celebran 40 años de matrimonio. En esta entrevista, cuentan cómo vencieron las incompatibilidades y dan la receta para la felicidad conyugal
La palabra “casamiento” es un sustantivo masculino que significa “unión legal entre hombre y mujer para constituir una familia”. A Biblia registra el primer matrimonio entre un hombre y una mujer en Génesis (Adán y Eva), en el primer libro del Antiguo Testamento. Según las Escrituras Sagradas, ambos vivían en el Jardín del Edén con el propósito de procrear y poblar la tierra.
Con el pasar de los siglos, la institución de la familia fue desvalorizándose, perdiendo su esencia. Viviendo en una época en que el divorcio se volvió ágil y fácil. Muchos matrimonios hoy, no están preocupados en buscar tal estabilidad ya que a la señal del primer problema o incompatibilidad, la tolerancia se agota rápidamente y la separación es considerada la única solución.
Innovación, comprensión, sensibilidad, optimismo, fuga de la rutina, respeto, complicidad y tantos otros detalles son obligatorios en un matrimonio; sin embargo, sin fe y amor una unión no se sustenta. Es lo que garantiza el obispo Edir Macedo, líder y fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), casado con Ester Bezerra hace 40 años. Feliz y realizado, el obispo enfatizó los innumerables puntos negativos que existen en una relación, sin embargo recalca que cuando en la base de la unión matrimonial hay fe y amor, no hay divorcio ni separación que a alcance.
Como cualquier matrimonio normal, el obispo Macedo y la esposa Ester pasaron por diversos problemas, pero explican que fueron superando uno a uno con inteligencia, concentración, fe, amor y, sobretodo, sacrificio. A continuación detallan algunos puntos importantes y describen algunas situaciones difíciles que vivieron y de qué manera las superaron…
Ellos se conocieron en la juventud, desde aquella época ambos profesaban la fe en Dios “un punto importante para que la relación funcionara” garantizan. Según Ester, lo que le llamó la atención en su futuro marido fue la intrepidez. Mientras que le obispo afirma que la manera discreta de ella (que hablaba poco) y ver su familia estructurada hicieron que se volviera un gran admirador de la futura esposa.
“Ella era una muchacha espiritual, fervorosa y fiel en la iglesia. Vi que sus padres estaban bien casados y observé que era una buena familia. Entonces, pensé: “Si ella es buena hija, será buena esposa… Y como yo era un buen hijo, también sería un buen esposo. Realmente el día que nos encontramos fue como si nos estuviéramos esperando el uno al otro hacia mucho tiempo”, relató el obispo, durante entrevista al programa The Love School, de IURD TV.
Dos problemas
“Hay quien le gusta la guerra, pero a mi me gusta la paz. Siempre partí del siguiente principio: soy un problema y ella es un problema. Entonces se juntaron dos problemas, vivimos nuestros problemas, aprendemos de nuestros problemas. Aprendemos grandes lecciones con ellos, gracias a Dios. Con el pasar del tiempo, uno se va acostumbrando con el otro, aprendiendo a sacrificar, en fin, a crecer en el matrimonio. Y eso trae paz. Cuando estamos juntos, tenemos paz. Aunque tengamos gustos diferentes.”
La llegada de los hijos
“En el tiempo que nuestra primera hija nació, comenzaron los problemas. A pesar de mis 27 años, yo era infantil, por eso fue complicado. Ella (Ester) empezó a dedicarse a la crianza y yo me aparté, esos fueron tiempos difíciles pero los superamos, vencimos. Usè el razonamiento: quien es inteligente sabe que el matrimonio es la base del éxito de una persona. Si tenemos un matrimonio sólido, tenemos condiciones de construir cualquier cosa; es decir, si el marido está bien con la esposa, está bien consigo, tiene paz dentro de casa, fuerzas para seguir adelante y conquistar.”
Imposiciones
“Una de las cosas que más odio en la vida es ser obligado a hacer algo. ¡Odio eso! Y ese odio tengo por la opresión, odio oprimir, odio imponer mi voluntad. Si yo quiero hacer algo por usted, tengo que hacerlo espontáneamente; si fuera obligado me quita la paz. Entonces por ser así, también exijo que las personas hagan las cosas de acuerdo a su voluntad. No obligo nada a Ester, tampoco me gusta que me obliguen a nada.”
Solidez
“Nosotros trabajamos con la cabeza, no con el corazón, esa es la realidad. Ese me parece que es el secreto del matrimonio. El secreto no es mirar la belleza, la juventud, la virilidad porque después que se casa queda ese tipo de rutina de “arroz con porotos” todos los días; y toda aquella belleza, suntuosidad y glamour se terminan.”