“El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: Refugio mío y Fortaleza mía, mi Dios, en Quien confío. Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con Sus Plumas te cubre, y bajo Sus Alas hallas Refugio, Escudo y Baluarte es Su Fidelidad”. Salmo 91:1-4
Este versículo 4 dice que Dios quiere cubrirnos con Sus Plumas. Las plumas son livianas, son algo suave, agradable, es decir, nuestro Dios no es pesado, no es agresivo, Él jamás fue ni será una carga para nadie, pero Sus Plumas también son impenetrables por las flechas, por los dardos inflamados del mal y de los malos.
En la época de David, las cosas de gran valor, las coronas, las joyas, eran cubiertas con plumas, en otras palabras, Él nos dice: “Yo te valoro como una joya personal Mía, y quiero cubrirte con Mis Plumas”. Cuando Jesús vino a este mundo dijo así:
“…¡Cuántas veces Quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!”. Lucas 13:34
Dios quiere juntarnos debajo de Sus Alas como la gallina que abriga a sus pollitos. En el campo, lo primero que hacen las aves cuando llueve fuerte, es juntar a sus pichones bajo las alas para guardarlos de la tormenta, como así también, siempre que un ave madre ve el peligro, o aparece un predador, se interpone entre sus pichones y el predador.
Así es nuestro Padre, Él es tan Sublime, tan Maravilloso, que nos valora al extremo de compararse con un ave que protege a sus pichones.
Como el águila, que protege a sus pichones y los alimenta a su tiempo, con ternura, porque conoce sus necesidades, Él también quiere ser nuestro Refugio.
Nosotros en Él encontramos un Refugio seguro en los momentos difíciles, como los que estamos viviendo a nivel nacional, continental, mundial.
Pero el Refugio no viene a nosotros, somos nosotros los que tenemos que buscarlo. Así como Dios es humilde, seamos humildes y entremos en Su Refugio.
Allá en Su Refugio hay protección y un Escudo para defendernos de los ataques del enemigo.
Usted va a ser atacado por pensamientos, situaciones, amenazas, palabras de derrota y cosas malas que nos pasan a todos, pero, abrigados bajo Sus Alas, encontraremos Refugio, Escudo y Baluarte.
El Baluarte era esa esquina fortificada de la muralla de las ciudades donde se quedaba el vigilante. Nadie va a poder alcanzarnos ni por arriba, ni por los costados, ni por abajo. Dios Se vuelve nuestro Baluarte.
¿Vamos a ser atacados? Sí. ¿Va a haber guerras? Sí. ¿Vamos a ver al enemigo de cerca? Sí. Pero, aunque lo intenten, no van a alcanzarnos, porque el Señor es nuestro Baluarte, nuestro Escudo, nuestro Refugio. Porque hicimos del Señor nuestro Abrigo, Él nos cubre con Sus Alas, ¡y estamos seguros de nuestra victoria!
“… es Su Fidelidad…” Aun cuando uno no Le es fiel, no Le hace caso, no Lo considera, Dios Se mantiene Fiel, Su Palabra empeñada nunca vuelve vacía. Él no dudará de uno y no dejará de hacer Su Parte, siempre y cuando nosotros concluyamos la nuestra.
Así como Él Se mantiene Fiel, espera que nosotros hagamos un voto de ser fieles a Él.
Cuéntenos, ¿desde qué parte del mundo lee este mensaje?
Nos vemos en la IURD o en las nubes.
Obispo Júlio Freitas
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