“Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.” Génesis 2:2
El descanso del Creador tras el término de Su Obra fue interrumpido inmediatamente por la caída de la criatura humana. Antes incluso de que el hombre comenzara a cosechar los frutos de su rebeldía, el Señor Dios comenzó a sufrir. Todo el sufrimiento humano en la Tierra ha sido análogo al sufrimiento infinitamente mayor de Dios en el Cielo.
¿Qué sucede a partir del momento en que la madre genera un hijo? Desde los primeros cuidados hasta el fin de sus días serán contabilizados en el corazón de la madre – nunca más su vida tendrá sosiego. Es lo que sucedió con Dios. Desde el momento del primer pecado, nunca más Él tuvo “sosiego” con la raza humana.
Se engaña quien piensa que Dios es inmune a los sufrimientos. Quien defiende esa idea no tiene conocimiento alguno de Él.
Cuando Jesús dijo:
“Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yo trabajo.” Juan 5:17
Significa que Él trabaja constantemente, no para pagar las cuentas, sino para salvar a almas generadas en vano que están en la ruta del infierno.
Dios trabaja en cada siervo bueno y fiel para alcanzar a personas despreciadas, sufridas, desanimadas de la vida, especialmente a aquellas que están al borde del suicidio. Trabaja de forma exhaustiva para convencer a los que viven en la zona de confort de la Salvación y no se preocupan por los perdidos. Sí, el Espíritu de Dios trabaja tocando la trompeta, diciendo:
“¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Isaías 6:8
Jesús también les ordenó a los discípulos:
“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15
Y cuando una única alma es salva Él completa:
“Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento… Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” Lucas 15:7-10
Imagínese: Si hay júbilo en el cielo cuando un pecador se arrepiente, ¿qué sucede cuando un pecador no se arrepiente? Tristeza profunda, sufrimiento y dolor en el cielo por parte de los ángeles y, sobre todo, del Altísimo Dios. Lamentablemente, no todos los cristianos o las personas que se dicen de Dios piensan de esa manera.
En un bellísimo día camino al trabajo, yo pensaba en mis proyectos personales, soñaba con ganar dinero y vivir una vida cómoda y sosegada. De repente, de la nada, oí una voz fuerte y suave diciendo: ¿De qué sirve que ganes el mundo entero y pierdas tu alma? Inmediatamente, convencido por aquella alerta, comencé a preocuparme por la salvación de mi alma. Me di cuenta de que por más significativo que fuese mi éxito familiar, profesional y en la salud, aun así, un día iba a morir y todo se acabaría. Y mi alma, ¿hacia dónde iría? La idea del infierno comenzó a inquietarme día y noche sin cesar.
Dios sufre, sí. Y Su dolor es infinitamente mayor que todos los nuestros. Él sabe bien hacia dónde ha ido el alma de la mayoría de las personas. Ha visto y oído sus gritos de tormentos en el infierno. Dios tiene conocimiento de que la mayoría de los más de 7 mil millones de almas, tarde o temprano, irá hacia allá.
Piense: ¿cuál es el sentimiento de Él ante esos hechos? ¿Qué ha hecho usted para salvar, por lo menos, a un alma del infierno?
El sueño de Dios
Desde la caída de la criatura humana el mayor sueño del Creador ha sido rescatarla.
De Génesis a Apocalipsis, hemos visto el enorme esfuerzo de Dios en la ejecución del Plan de Salvación. Con certeza, hasta que todas las palabras proféticas del Apocalipsis se cumplan, la prioridad Divina es el rescate de almas.
Fue para eso que Dios creo a la nación de Israel e hizo llegar a Su Hijo hasta nosotros. Él consumó la Obra de Salvación, instituyó el Reino de Dios – Su Iglesia – y ha enviado a Su Santo Espíritu para que, por medio de Sus siervos, sean salvos los que creen en Su Mensaje.
Eso muestra que la Mente Divina ha estado ocupada con las almas perdidas.
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