Si usted quiere ir de lo incorrecto a lo correcto, necesita dejar de justificar sus errores. Todos tenemos buenas justificaciones para ellos.
¡Déjame fumar! Los pulmones son míos, el dinero es mío, la vida es mía…
Sí, yo te agredí, ¡pero fuiste tú quien comenzó!
Nunca voy a perdonarlo porque lo que él hizo es imperdonable.
Sí, yo te traicioné, pero no fue mi intención. Si no me hubieses dejado tan carente…
No encuentro a nadie para una relación porque los hombres/mujeres que conozco son todos/as [añada una justificación aquí]
Quiero cambiar, ¡pero no lo logro!
Fue el diablo quien me mandó a hacerlo…
Justificar nuestros errores es algo que hacemos para sentirnos mejor con nosotros mismos. De alguna forma, nos eximimos de culpa. Salimos del centro de atención para poner a otra cosa o persona allí. Sentimos un cierto alivio.
El problema es que esta estrategia es altamente engañosa. Mientras nos sentimos justificados en nuestros errores, nos reservamos el derecho a fallar por una buena razón. Y continuamos fallando. Después de todo, la culpa no es nuestra. Pero en un último análisis, somos totalmente responsables por ellos.
Mientras usted no asuma una total responsabilidad por sus errores; mientras continúe justificándose por eso o por aquello, nunca se esforzará por hacer lo correcto.
Es su culpa si se equivoca. Es su culpa si las cosas le salen bien. Los errores y los aciertos dependen de usted.
No, la vida no es fácil. Pero las personas la hacen mucho más difícil de lo que realmente es.
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